A comienzos del siglo xx la sociedad avizoraba un nuevo oanorama para las ideas y las artes. La libertad se expresaba alegremente y los cambios eran vertiginoso, todo era mucho más veloz, de alguna manera hombres y mujeres sabían que había poco tiempo. Europa fluía entre la creatividad y la ambición que aportaba el progreso. Esta vez al parecer ya no hay límites, la potencia de los combustibles y las comunicaciones, "la máquina" humana era imparable. Las expresiones artísticas simplemente dejaban ser. Aparece la juventud como actor del nuevo paradigma. Hay lugar para el ocio sin culpa, lo nuevo simplemente se hace.
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