Frèdèric Beigbeder, 13,99 euros

Desde luego, no hay razón alguna para que el nuevo totalitarismo se parezca al antiguo. El gobierno, por medio de porras y piquetes de ejecución, hambre artificial

mente provocada, encarcelamientos en masa y deportación también en masa no es solamente inhumano (a nadie, hoy día, le importa demasiado este hecho); se ha comprobado que es ineficaz, y en una época de tecnología avanzada la ineficacia es un pecado contra el Espíritu Santo. Un estado totalitario realmente eficaz sería aquel en el cual los jefes políticos todopoderosos y su ejército de colaboradores pudieran gobernar una población de esclavos sobre los cuales no fuese necesario ejercer coerción alguna por cuanto amarían su servidumbre. Inducirles a amarla es la tarea asignada, en los actuales estados totalitarios, a los ministerios de propaganda, los directores de los periódicos y los maestros de escuela.
ALDOUS HUXLEY, nuevo prólogo de Un mundo feliz, 1946

Nos infligen
deseos que nos afligen
ALAIN SOUCHON, Foule sentimentale, 1993

El capitalismo ha sobrevivido al comunismo. Ahora se devora a sí mismo.
CHARLES BUKOWSKI, El capitán salió a comer y los marineros tomaron el barco, 1998

Lo que no somos capaces de cambiar debemos por lo menos describirlo.
Frase del cineasta Rainer Werner Fassbinder,

"Todo es provisional: el amor, el arte, el planeta Tierra, vosotros, yo. La muerte es algo tan ineludible que pilla a todo el mundo por sorpresa. ¿Cómo saber si este día no será el último? Creemos tener tiempo. Y luego, de repente, ya está, nos ahogamos, fin del tiempo reglamentario. La muerte es la única cita que no está anotada en nuestra agenda".
(Frèdèric Beigbeder, 13,99 euros).



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