De Rock y gauchos - Balaclava 1853 III, de Crimea a los gauchos argentinos

"Todas las bombachas fabricadas por los franceses eran del color del uniforme de dicho país, el gris "ojos de perdiz" de color blanco sucio o isabelino y éste es el origen de la bombacha gaucha que entra en Entre Ríos a fines de 1858."




Atuendos zuavos de la época


La bombacha es de los zuavos

La “bombacha” de gaucho no es un invento nacional. De los campos de batalla a los campos pampeanos, vale la pena desandar su camino.
Sin bombacha…así se han quedado los zuavos tras el “negoción” ofrecido al Presidente Justo José de Urquiza. Claro que no se trató solamente de un exitoso acuerdo comercial; sino que la prenda en cuestión se afirmaría como un atuendo gauchesco por excelencia.

Apunten… ¡Disparen!
Louis-Christophe-Leon Juchault de la Moricière fue el general francés que -en 1841 y al mando del ejército Zuavo- diseñó un uniforme de estilo oriental y reconocimiento mundial. Chaquetas cortas sin cuello, chalecos sin mangas y voluminosos pantalones “Zouave” (propios de Argelia) compusieron el “equipo” militar Zuavo. Atuendo que sería adoptado por las fuerzas armadas de Estados Unidos de América, Estados Pontificios, España, Brasil y el Imperio Otomano. Si bien fue utilizado en vastas campañas militares del ejército francés, la fama tocaría definitivamente sus puertas durante la guerra de Crimea. Conflicto que enfrentó a las fuerzas aliadas de Gran Bretaña, Francia, Turquía y Cerdeña contra Rusia; y que halló su fin el año 1856, tras la firma del tratado de Paz. Ahora bien… ¿Qué ocurrió una vez acabados los fusibles?

Andanzas argentinas
El tucumano Juan Bautista Alberdi había sido enviado a Europa por la Confederación Argentina. ¿El propósito? Bloquear las pretensiones de autonomía del Estado de Buenos Aires…y lo logró. A partir de su mediación, Gran Bretaña y Francia retiraron sus diplomáticos acreditados en territorio bonaerense y reconocieron la soberanía del gobierno de Paraná. Francia acreditó ante las narices de Alberdi al ministro Charles Lefebvre de Bécour; quien -no más llegado a la capital entrerriana- le comenta al Presidente Justo José de Urquiza que la paz en Crimea había producido grandes rezagos de guerra. ¿Artillería militar? No, algo más sencillo: habían sobrado cien mil pantalones de esos anchos y ceñidos en el tobillo que usaban los zuavos. Ni lento ni perezoso, Urquiza no pudo resistirse a la oferta. ¡Si sólo tenía que enviar cueros y algunas toneladas de carne salada! Cerrado el trato, el asunto pasaba por repartir los cien mil benditos pantalones. Y así fue como los peones de estancia abandonaron los clásicos chiripás para adoptar definitivamente las bombachas “militares”. Esas que la propia tradición convertiría en indiscutido “patrimonio gaucho”.

Toda una tendencia
La bombacha tuvo gran éxito, incluso en el gauchaje de Buenos Aires. Durante años, para poder confeccionar la prenda en el país, se importaron los paños originales de Francia. Hasta que alrededor del año 1880, a partir de la presidencia de Nicolás Avellaneda, se abrieron importantes industrias textiles que lograron fabricar una tela muy parecida a la original francesa. Las telas se fueron adaptando a las necesidades de los peones y fueron tan variadas como sus precios. Y si en cuestiones “moda” nos adentramos, nuestros paisanos supieron del color negro en las bombachas para una gala, una etiqueta o un entierro. Mientras que las blancas fueron gala en Salta y Jujuy, como ahora se imponen entre los montadores de las jineteadas.

Pura tendencia para una prenda “nacionalizada” por adopción. En otras palabras, una verdadera «gauchada» de importación. ¿Quién dijo que los gauchos no visten a la moda?


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Los pantalones de nuestros gauchos

Hacia 1853, una guerra europea dejó un excedente de uniformes. Al poco tiempo, esos pantalones llegaron a nuestro país y se convirtieron en la vestimenta típica de los gauchos. La bombacha de campo reemplazó al chiripá, de uso extendido entre los paisanos. La practicidad y comodidad de las bombachas, confeccionadas en gabardina de algodón, las vuelven apropiadas para trabajar debido a su gran resistencia. La prenda ha resistido el paso del tiempo y sigue vigente desde hace 160 años.

Los caprichos de la historia quisieron que los uniformes sobrantes de una lejana guerra se conviertan en un ícono de la moda argentina. Esta particular conversión tuvo su origen a mediados del siglo XIX, cuando los rifles con cañones estriados irrumpieron por primera vez en un conflicto bélico y fueron más certeros de lo imaginado. Éstos dejaron de escupir fuego antes de lo previsto, en la llamada Guerra de Crimea, que entre 1853 y 1856 enfrentó al Imperio ruso contra la alianza conformada por el Reino Unido, Francia, el Imperio Otomano y el Reino de Piamonte y Cerdeña.

Escudada en pretextos religiosos, los motivos de la llamada “primera guerra moderna” fueron geopolíticos y económicos. Los historiadores coinciden en que el Imperio ruso había puesto sus ojos en el mar Mediterráneo, al que no tenía acceso naval sin el permiso de los turcos. Pero a Francia y al Reino Unido no les sentó bien tal pretensión, dado que ambos países mantenían importantes intereses vinculados al dominio naval. Suspicaces de ese antojo y conocedores de la hegemonía marítima que el Imperio ruso había desarrollado, tanto en el Mar Báltico como en el Mar Negro, el resultado fue el desencadenamiento de la conflagración que arrojó un saldo de más de 450 mil bajas en el bando ruso; casi 200 mil caídos entre franceses y turcos y alrededor de 22 mil efectivos ingleses muertos.

Pero además, la Guerra de Crimea arrojó otro número que significó un gran cambio cultural en nuestras pampas: más de cien mil uniformes para los soldados turcos “sobraron” y se enviaron para comercializar al Río de La Plata. “La guerra termina antes de lo previsto y deja un importante excedente de uniformes que es exportado al mercado rioplatense. Pero, como eran demasiados, lo que sobró fue a parar a las pulperías de campaña, con la inmediata consecuencia de su adopción por parte del paisanaje”, explica a InfoUniversidades Roxana Lisa, diseñadora en Comunicación Visual.

El primer paso lo dio el presidente de la Confederación Argentina, Justo José de Urquiza, quien intercambió cien mil de estas prendas por productos de la Confederación. Una vez en suelo patrio, la babucha turca se convierte en la bombacha campestre: “El término ‘bombacha’ viene de babucha; quizás se fue deformando la palabra”, cuenta Ximena Elicabe, coordinadora de la carrera Diseño de Indumentaria y Textil. Y agrega: “Antes de la bombacha, el gaucho usaba el chiripá, que no es para nada confortable. En esa época, el gaucho era marginal, pero cuando empieza a ser más aceptado en la sociedad y se convierte, por ejemplo, en peón de campo, cambia la indumentaria y adopta la bombacha”.

Sin embargo, más allá de las implicancias sociales, la bombacha de campo tiene cualidades que la hacen única, encontrándose en ellas la causa de sus más de 160 años de vigencia. “En primer lugar, hay que remarcar su practicidad. Al paisanaje le resulta cómoda, tanto para usar con botas como para usar con alpargatas. Confeccionadas de gabardina de algodón, son muy resistentes e ideales para trabajar”, sostiene Elicabe.

Pero la bombacha saltó los alambres de las pampas y, paulatinamente, la sociedad toda la vistió como propia. Incluso las mujeres no quisieron quedarse afuera de las ventajas de estos pantalones y se acercaron a las pulperías exigiendo su talle. “En un principio, las mujeres utilizaban las mismas que los hombres, pero hoy en día se hacen cortes con pequeños detalles como pinzas o modificaciones en la cintura para que muestre más la figura de la mujer, sobre todo en la zona de la cintura y de la cadera”, plantea la docente.

Pasaron los años y las modas y, sin embargo, la bombacha de campo galopeó inalterable su curso, erigiéndose en un indiscutido ícono de nuestra moda y, seguramente, continuará cabalgando indiferente y a la par de las distintas tendencias que querrán vivir tantos años como ella.


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El curioso origen de la bombacha criolla

Antes de llegar al país, esta particular prenda del hombre de campo fue un elemento de la indumentaria árabe. 
Rosendo Fraga
17 de julio de 2004

Más de una vez se ha señalado la connotación árabe del gaucho argentino o rioplatense. La guitarra, el caballo, la asimilación de la pampa al desierto. La España mora ha sido señalada como el canal de transmisión de estas características.
La bombacha, con sus pantalones muy amplios que se angostan en el tobillo, constituye una característica particular en la indumentaria del gaucho argentino, que también tiene origen árabe, como resulta obvio al constatar que es en el mundo árabe y en especial en lo que constituía el imperio turco en el siglo XIX -que dominaba los Balcanes e incluso Grecia- donde este tipo de vestimenta se usaba.
No la encontramos en el guazo chileno, el charro mexicano, el llanero venezolano o el gaúcho brasileño.
Resulta claro y verificable que la indumentaria del gaucho argentino en la primera mitad del siglo XIX, no incluía la bombacha, sino el chiripá. Todos los cronistas y viajeros europeos así lo constatan, como las acuarelas y litografías y los uniformes militares.
Así, la bombacha es un elemento de la indumentaria árabe o turca que no llegó a la Argentina a través de España.
Es Jorge V. Duizeide, quien ha explicado esta curiosa traslación. En marzo de 1856, se firma el Tratado de Paz que da fin a la Guerra de Crimea, que enfrentó a las fuerzas de aliadas de Gran Bretaña, Francia, Turquía y Cerdeña contra Rusia.
Siendo presidente de la Confederación Argentina Justo José de Urquiza, al año siguiente de finalizar la guerra, el representante diplomático francés ante el gobierno de Paraná, informó que su país estaba en condiciones de vender a un precio muy conveniente 100.000 bombachas que habían sido fabricadas para el ejército turco y que como consecuencia de la paz se habían convertido en "rezago militar".
Urquiza se entusiasmó con la forma de pago, que era un trueque por productos y lograda la aprobación de la compra por parte del gabinete se aceptó la oferta de las bombachas originalmente destinadas al ejército turco.
Todas las bombachas fabricadas por los franceses eran del color del uniforme de dicho país, el gris "ojos de perdiz" de color blanco sucio o isabelino y éste es el origen de la bombacha gaucha que entra en Entre Ríos a fines de 1858.
Muchos paisanos que traían productos del litoral a Buenos Aires vendían también "bombachas batarazas" -en Entre Ríos muchas fueron revendidas- y como algunos de los comerciantes eran de origen árabe o turco, la fábrica de origen fue confundida por muchos.
En tres años, se difundió con gran éxito. Es después del triunfo de Mitre en Pavón en 1861, que se difunde en forma generalizada.
Cabe señalar que en esos mismos años, los ponchos que se vendían en las pulperías eran fabricados por la industria británica y ya no por los telares locales.
Tanto la bombacha fabricada en Francia como el poncho salido de las industrias textiles francesas muestran cómo después de la caída de Rosas la Argentina entró en un proceso de globalización económica.
Otros sostienen que Ricardo Güiraldes importó de Francia bombachas vascas, de donde también provino la alpargata, pero esto fue muy posterior y recién en los comienzos del siglo XX; pero hay también quien argumenta que con el ingreso de las primeras colonias de este origen traídas por Pedro Luro en 1862 fue como se difundió la bombacha vasca y la alpargata.
Pero en mi opinión, el origen predominante del uso de la bombacha proviene del rezago francés fabricado para el ejército turco, siendo la influencia vasca posterior y en todo caso concurrente.



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