lunes, 26 de junio de 2023

El mito de Sìsifo

“Los dioses habían condenado a Sísifo a transportar sin cesar una roca hasta la cima de una montaña, desde donde la piedra volvía a caer por su propio peso. Pensaron, con algún fundamento, que no hay castigo más terrible que el trabajo inútil y sin esperanza”
-Albert Camus-



Sísifo


Mark Cartwright
por Mark Cartwright, traducido por Agustina Cardozo
Publicado el 14 diciembre 2016
Sisyphus (by Bibi Saint-Pol, Public Domain)
Sísifo
Bibi Saint-Pol (Public Domain)

Sísifo es un personaje de la mitología griega. Fue rey de Corinto y se hizo célebre por sus artimañas generales y por engañar a la muerte en dos ocasiones. Al final obtuvo su merecido cuando Zeus le impuso el castigo eterno de hacer rodar una roca por una colina en las profundidades del Hades.

Sísifo fue el fundador de los Juegos Ístmicos y el abuelo de Belerofonte. Hoy en día se lo recuerda más como un símbolo conmovedor de la locura de aquellos que pretenden jugar con el orden natural de las cosas y evitar el triste pero ineludible destino de la mortalidad de la humanidad. El adjetivo "sisífico" denota una tarea que nunca se puede completar.

Sísifo engaña a la muerte

En la mitología griega, la historia de Sísifo tiene múltiples versiones, a menudo contradictorias, con agregados que se sumaron a lo largo del tiempo, de modo que el único elemento de certeza es su terrible castigo. Era el hijo de Eolo, descrito por Homero como un humano que gobierna los vientos. A Sísifo se le atribuye ser el fundador y primer rey de Corinto. Se ganó la infamia por sus artimañas y su perversa inteligencia, pero su mayor hazaña fue engañar a la muerte y al propio Hades, no una sino dos veces, haciendo honor a la descripción que Homero hace de él como "el más astuto de los hombres" (Ilíada, 6:153). En la primera oportunidad, el rey, tras morir y descender al Hades, consiguió con audacia capturar a Tánatos, la personificación de la Muerte, y encadenarlo para que ningún humano muriera a partir de entonces. Solo la intervención de Ares resolvió la crisis, y la Muerte fue liberada para seguir con su trabajo natural.

El rey de los dioses se aseguró de que los humanos no se vieran alentados por las hazañas del embaucador Sísifo.

La segunda oportunidad resultó más exitosa. Tras morir por segunda vez y encontrarse de nuevo en el sombrío inframundo, Sísifo convenció a Hades para que lo dejara salir de nuevo al luminoso reino de los vivos. El rey se las había ingeniado para que su esposa no presentara las ofrendas y sacrificios habituales a la muerte de su marido. Apuntando a la bondad de la esposa de Hades, Perséfone, el rey le rogó que si lo liberaba podría instruir a su esposa para que llevara a cabo los rituales adecuados y todo estaría bien. Al ser liberado, Sísifo, naturalmente, no intentó volver al Hades, sino que vivió hasta una edad avanzada, en gran parte gracias a que la Muerte ya no quería acercarse a él tras su experiencia anterior de haber sido encadenada.

¿Cómo castigó Zeus a Sísifo?

Cuando el rey volvió a morir, esta vez no tuvo escapatoria, ya que el propio Zeus intervino. El rey de los dioses se aseguró de que los humanos no se vieran alentados por las hazañas del embaucador Sísifo. Su destino tendría que ser largo y tedioso. En la Odisea de Homero, el héroe Odiseo desciende al Hades y, al encontrarse con muchos héroes caídos, ve a Sísifo y su castigo eterno:

"Entonces presencié la tortura de Sísifo, mientras luchaba con una enorme roca con ambas manos. Apoyándose y empujando con las manos y los pies, empujaba la roca cuesta arriba hasta la cima. Pero cada vez que estaba a punto de hacerla caer sobre la cima, su peso la hacía retroceder, y una vez más la roca rodaba hacia la llanura. Así que una vez más tuvo que luchar con la cosa y empujarla hacia arriba, mientras el sudor brotaba de sus miembros y el polvo se elevaba por encima de su cabeza." (Odisea, Libro 11:593)

Autólico y otras asociaciones

En otro cuento, Sísifo utilizó su astucia para atrapar finalmente a Autólico, el abuelo de Odiseo y ladrón infame. Con astucia, Sísifo ató unas tablillas de plomo a las patas de su propio rebaño, y así, cuando Autólico las robó, Sísifo pudo seguir las huellas y atrapar al ladrón con las manos en la masa. Todas las tablillas tenían inscritas las palabras "Autólico las robó".

Sísifo fue también el fundador de los famosos juegos ístmicos de Corinto, que se celebraban cada dos años en honor a Poseidón, y que eran uno de los cuatro grandes juegos panhelénicos que incluían los Juegos Olímpicos. A Sísifo le sucedió como rey de Corinto su hijo Glauco (que fue despedazado por sus propios caballos carnívoros) y luego su nieto Belerofonte, cuyo caballo alado Pegaso se convirtió en símbolo de la ciudad y en un elemento de las monedas corintias.

¿Cómo se representa a Sísifo en el arte?

El inframundo era un tema relativamente raro para los pintores de cerámica griegos, pero hay una docena de vasijas del siglo VI a.C. que muestran a Sísifo. En un ánfora ateniense de figuras negras, fechada hacia el año 510 a.C. y conservada en el Museo Británico, se representa una escena del castigo de Sísifo. El embaucador empuja un enorme peñasco por una pendiente con sus brazos y una rodilla mientras Hades, Perséfone y Hermes lo observan. Otro ejemplo es un ánfora de figuras negras de las Staatliche Antikensammlungen de Múnich que data del año 530 a.C. y que muestra de nuevo a Perséfone mirando mientras Sísifo lleva su roca, esta vez, inusualmente pintada en blanco. El mito del empujador de rocas vuelve a ser popular durante el siglo IV a.C., cuando se muestra en el interior de varias copas con figuras rojas y aparece en una serie de vasijas con figuras rojas de fecha similar que muestran múltiples figuras del Inframundo. En uno de estos últimos ejemplos, Sísifo tiene el castigo adicional de ser azotado por una de las Furias que lleva una piel de pantera.

En la escultura, Sísifo aparece en una metopa de arenisca del año 540 a.C. procedente del Heraion de la Foce del Sele, cerca de Paestum. Aquí, el desventurado embaucador no solo tiene que hacer rodar su piedra por una colina de aspecto muy empinado, sino que al mismo tiempo es atacado por detrás por un demonio alado.







El mito de Sísifo


El mito de Sísifo desarrolla ideas asociadas con 
el concepto de lo absurdo y la inutilidad de la vida. 
Gema Sánchez CuevasGema Sánchez Cuevas
Revisado y aprobado por la psicóloga Gema Sánchez Cuevas.
Escrito por Edith Sánchez
Última actualización: 10 mayo, 2022

Sísifo fue un personaje de la mitología griega que fundó el reino de Corinto. Era tan astuto que había conseguido engañar a los dioses. Ambicionaba el dinero y para conseguirlo recurría a cualquier forma de engaño. También se dice de él, que fomentó la navegación y el comercio.

La leyenda cuenta que Sísifo fue testigo del secuestro de Egina, una ninfa, por parte del dios Zeus. Decide guardar silencio frente al hecho, hasta que su padre, Asopo, dios de los ríos, llega a Corinto preguntando por ella. Es cuando Sísifo encuentra su oportunidad para proponerle un intercambio: el secreto, a cambio de una fuente de agua dulce para Corinto. Asopo acepta.

“Lo absurdo es el pecado sin Dios”
-Albert Camus-

Al enterarse, Zeus entra en cólera y envía a Tánatos, dios de la muerte, para que dé muerte a Sísifo. La apariencia de Tánatos era terrorífica, pero Sísifo no se inmuta. Lo recibe amablemente y lo invita a comer en una celda, en la que lo sorprende haciéndolo prisionero de un momento a otro.

Los vivos ya no morían

Por un tiempo prolongado, nadie murió y el que ahora entra en cólera es Hades, dios del inframundo. Este último exige a Zeus (su hermano) que resuelva la situación. Zeus decide enviar a Ares, dios de la guerra, para que libere a Tánatos y conduzca a Sísifo al inframundo.

Sin embargo, con anticipación Sísifo había pedido a su esposa que cuando muriera no le rindiera honras fúnebres. La mujer cumplió cabalmente con el compromiso.

Estando Sísifo ya en el inframundo, empezó a quejarse con Hades. Le dijo que su esposa no cumplía con el deber sagrado de rendirle honra fúnebre alguna. Hades lo ignoró en principio, pero debido a su insistencia le otorgó el favor de volver a la vida para reprender a su esposa por tal ofensa.

Por supuesto, Sísifo tenía planeado de antemano no regresar al inframundo. Y así vivió por muchos años hasta que finalmente accedió a ser regresado por Tánatos al inframundo.

Estando allí, Zeus y Hades, que para nada estaban contentos con las tretas de Sísifo, deciden imponerle un castigo ejemplar. Dicho castigo, consistía en subir una pesada piedra por la ladera de una montaña empinada. Y cuando estuviera a punto de llegar a la cima, la gran roca caería hacia el valle, para que él nuevamente volviera a subirla. Esto tendría que repetirse sucesivamente por toda la eternidad.

La interpretación de Camus

Albert Camus parte de este mito griego para elaborar un ensayo filosófico que titula precisamente: “El mito de Sísifo”. En él desarrolla un conjunto de ideas asociadas con el concepto de lo absurdo y de la inutilidad de la vida. Aspectos determinantes en el destino de Sísifo y tan característicos del hombre de hoy.

Camus se refiere al absurdo como la esperanza que fundamenta el mañana, como si no existiera la certeza de la muerte. El mundo, despojado de los romanticismos, es un territorio extraño e inhumano.

Un conocimiento verdadero no es posible, ni la razón, ni la ciencia pueden revelar la realidad del universo: sus intentos yacen como abstracciones sin sentido. El absurdo es la más desgarradora de las pasiones.

“Los dioses habían condenado a Sísifo a transportar sin cesar una roca hasta la cima de una montaña, desde donde la piedra volvía a caer por su propio peso. Pensaron, con algún fundamento, que no hay castigo más terrible que el trabajo inútil y sin esperanza”
-Albert Camus-

Para Camus, tomarse seriamente el absurdo significa aceptar la contradicción entre razón y deseo, en un mundo irracional. De ahí que deba ser rechazado el suicidio, pues el absurdo no existe sin el hombre.

La contradicción debe ser vivida y los límites de la razón deben ser aceptados sin falsas esperanzas. El absurdo jamás debe ser aceptado plenamente, por el contrario, demanda ser confrontado con constante rebeldía. Así, gana la libertad.

La vida del absurdo
Camus ve en Sísifo al héroe del absurdo, que vive la vida plenamente, aborrece la muerte y es condenado a realizar una tarea inútil. El autor muestra la inacabable e inservible labor de Sísifo, como una metáfora presente en la vida moderna. El trabajo en una fábrica o en una oficina es una tarea repetitiva. Dicho trabajo es absurdo, pero no trágico, excepto en las raras ocasiones en que se hace consciencia de ello.

Camus se muestra particularmente interesado en lo que piensa Sísifo, mientras camina de regreso a la parte baja de la colina, para comenzar de nuevo. Este es el instante verdaderamente trágico, cuando aquel hombre se hace consciente de lo miserable de su condición. Sin esperanza, el destino solo se vence con desprecio.

Reconocer la verdad es la forma de conquistarla. Sísifo, al igual que un hombre absurdo, mantiene la tarea de seguir empujando. Cuando Sísifo es capaz de reconocer la inutilidad de su labor, y tiene la certeza de cuál es su destino, se libera para notar lo absurdo de su condición. Así llega al estado de aceptación. Camus finaliza diciendo que en este punto “todo está bien y hay que imaginarse a Sísifo feliz”.

El mito de Sísifo y el sentido de la vida

Para Camus, la pregunta fundamental de la filosofía es responder a la pregunta: ¿Vale la pena vivir la vida, o no? En otras palabras, el autor plantea que la principal cuestión filosófica que debe ser abordada es: ¿qué hace que el suicido no sea nuestra primera opción?

Para Camus, el placer circunstancial puede reconfortar nuestra conciencia en un momento dado, pero eso no hace que nuestras vidas merezcan la pena. En su lugar, lo que sí que puede hacer que valga la pena, es hacer que nuestras acciones se enmarquen en un proyecto de vida que tenga sentido.

Pero, como todo filosofo existencialista, Camus afirma que la vida en sí misma no tiene sentido. Ya que, asumirlo, implicaría aceptar que existen cosas más allá que estructuran la realidad. Pero para él esto no ocurre. La realidad sencillamente existe y nada más. En este sentido, afirma que es uno mismo el que debe darle sentido a la vida, por más absurda que ésta sea.


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