"La normalidad es una ficción social" Julia Deck

La normalidad es una ficción social, afirma la escritora francesa Julia Deck (1974). ¿Y qué ocurre cuando pierdes el hilo de ti misma, cuando pierdes pie porque esa realidad que considerabas una certeza como un sistema irrefutable e inmutable se revela rebosante de brechas y fisuras?. En la narración de Viviane Elisabeth Fauville (Eterna cadencia), de Julia Deck, se alternan la primera, la segunda y la tercera persona, acorde a esa implosión en las coordenadas vitales de la protagonista. En el primer capítulo de esta breve y concisa novela se evidencia el estado, la circunstancia, ese desconcierto y extravío vital, la mente infestada de agujeros que no se sabe a dónde conducen. Ni los pasos ni los gestos se pueden reajustar ya a esa supuesta coreografía de resortes vitales en la que parecía establecida, definida, su vida.



Libros
Viviane Elisabeth Fauville (Eterna cadencia), de Julia Deck
¿No soy lo que pienso que soy?
ALEXANDER ZÁRATE
Jueves, 13 de junio de 2019
   
Viviane Elisabeth Fauville
https://www.elplural.com/playtime/viviane-elisabeth-fauville-eterna-cadencia-de-julia-deck_218465102

Usted no está del todo segura, pero le parece que hace cuatro o cinco horas hizo algo que no tendría que haber hecho. Intenta rememorar el encadenamiento de sus gestos, reconstruir el hilo, pero cada vez que captura uno de ellos, en lugar de que el recuerdo se enlace mecánicamente con el siguiente, se desvanece en el agujero que es ahora su memoria.

En el segundo capítulo se detallan datos, quién es, de dónde procede, una circunstancia externa que ha supuesto una fractura en su vida, la ruptura de una relación sentimental después de tres años. Ha sido abandonada por alguien que le ha engañado, como él indica, no por amor sino por desesperación. Aún así, ella piensa que fue quién tomó la decisión, quien abandonó, con su bebé, ese hogar que ya no lo era. Pero más bien salía despedida por una onda expansiva, y no hay dirección ni brújulas. Ni siquiera los tiempos son precisos, o quién está ya viva o muerta. Sí sabe que ha matado a alguien, a su psicoanalista, como quien mata a la vida que ya carece de fundamento, y sobre todo, que ya no suministra la pertinente sensación de refugio. Ya es una intemperie. Su vida hasta ahora se definía por la necesidad. Y la vida ya es una serie de brechas que más bien la desintegran.

De repente ya no era usted la que se iba de los lugares, eran los lugares los que giraban a su alrededor, alzándose de todas partes, piso, paredes, cielorraso chocaban en una repentina inversión de dimensiones.

-Lo que estalla también es la idea de normalidad en la novela. La normalidad parece una categoría sospechosa.
-La normalidad es más peligrosa que la locura porque es más global; es una presión que se ejerce sobre toda la gente y es complicado porque necesitamos una norma para entendernos como sociedad; pero esa norma no va hacia lo individual, con lo cual hay un diálogo tenso entre los individuos y las normas. 
https://www.pagina12.com.ar/226740-julia-deck-la-normalidad-es-mas-peligrosa-que-la-locura

Aunque ¿dónde está el origen de esa pérdida de hilo? ¿Fue por esa fractura reciente en su vida, o proviene de tiempo atrás? ¿Por qué aquel día, tres años atrás, sintió que le faltaba la voz cuando quiso pedir un croissant en un establecimiento? ¿Por qué comenzó a faltarle la voz cuando todo parecía estar en su sitio, cuando podía interpretar, como un mecanismo reflejo, los itinerarios que ella, y todos alrededor, realizan como un repertorio que se cumplimenta día tras día?.

Usted tenía marido, trabajo, hija, obligaciones que se acumulaban a lo largo del día. Cada mínimo momento de su vida estaba regulado por la necesidad, y usted veía que lo mismo pasaba con sus semejantes, desde las recepcionistas hasta el presidente-director general de Betons Biron, desde su madre hasta la niñera. Usted no podía imaginarse lo que andaba mal en esos sistemas magníficamente lubricados, usted era una mujer absolutamente normal hasta que le obligaron a ser quién sabe qué.

Quizá se sentía invisible. Quizá no se sentía presente aunque pareciera encajar como pieza en los diferentes compartimentos que conformaban el engranaje de su vida, como un escenario preestablecido en el que hubiera que dar las réplicas pertinentes, como todo el mundo hacía. Pero de repente, la extrañeza. La realidad no te conoce, o cree que eres otra. O más bien, te preguntas si eres quien crees que eres. O por qué eres como se supone que eres. Todo es un quizás. Y en los quizás se abren posibilidades, pero también abismos. Y el yo es tú y ella, y se pueden enredar en una maraña que es una trampa. Pensaba que la salvaban las apariencias, pero no. Soy el juguete de las circunstancias y he decidido no resistir, ir en la dirección del viento. En principio, busca coordenadas en otros fragmentos alrededor, como si buscara la cohesión que parece haberse desvanecido: sigue los hilos de la mujer que encontró el cadáver del psicoanalista, de la viuda, de otro paciente, o de la chica que la ha sustituido en su empresa. Cuando no se encuentran nexos sino ampliación de fracturas, se dejan abiertas todas las esclusas de la mente. Y ya lo real y lo imaginario puede que se atropellen mutuamente. La narrativa, como una vibración en tensión constante, dota de cuerpo a esa fractura. El titulo de esta excelente novela responde al nombre de su protagonista. Pero su narración es el relato de su desintegración. Cuando el nombre pierde pie.

Ya no sabe qué es qué, dónde se encuentran el abajo, el arriba, si es usted la que está acá afuera, si es otra cosa o es un sueño, y si algún día volverá.

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