miércoles, 14 de agosto de 2019

Pavlov y su perro

Un cuento de Juan Hundred y un chiste de Montt en homejane al mítico perro del experimento.
IXX, ago19

Montt



Reacción natural


Te aclaro desde ya que lo mío no son, nunca fueron, las ciencias sociales. Por eso disculpame si se me escapa algún término técnico, algún detalle. Tampoco sé muy bien qué es lo mío, pero dejemos eso.
Lo que hizo Pavlov, lo genial y revolucionario que descubrió el tipo a través del estudio científico de los comportamientos, su experimento más conocido, fue más o menos lo siguiente.
El tipo, Pavlov, agarró a un perro, un perro que tenía más o menos a mano no sé, un perro cualquiera. Esperaba, ponele, hasta el mediodía. Y entonces le mostraba al perro un plato con comida. Con la comida que más le gustaba al perro, su comida preferida.
El perro veía la comida y se ponía a salivar. Una reacción natural por otra parte, no pensada.
Alto, alto. Acá viene la clave de todo. Ni bien el perro había detectado la comida, ni bien el perro empezaba a salivar. Ahí Pavlov hacía sonar una campana. Durante un minuto.
Eso es lo que hacía Pavlov, todos los días. Durante un mes.
Entonces. Un día. A la hora de siempre. Pavlov traía al perro, como todos los días. Y hacía sonar la campana. Pero no había comida. Nada. Ni rastros.
Lo mágico, lo curioso, es que el perro salivaba igual.
Se puede asociar cualquier cosa con cualquier cosa. Esa era la conclusión del experimento, más o menos. Se puede inducir una asociación, es otra conclusión. Y hay más conclusiones, tantas.
Ahora sí, puede que tengas algo de razón, no debí sacarte a patadas de mi departamento ni bien me dijiste que no querías coger. Pero si yo hubiera sido el perro de Pavlov, el día que no me servían comida le hubiera arrancado un tobillo de un mordisco a alguien. A mí no me jodan.

posted by J. Hundred en http://juanhundred.blogspot.com/





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