Enfermedad y modernidad en los poetas malditos franceses


Francia asistió al nacimiento de la modernidad. Y no por mera casualidad. Ella permitió el desarrollo de las ideas que hicieron posible un cambio en el pensamiento político y en la concepción del arte. Sin acercarnos a Francia no podemos observar y estudiar el fenómeno de lo “moderno”. No sólo con Francia nos basta, pero sí que nos ayuda a entender estos complejos cambios que se dieron en las sociedades más avanzadas de la época.

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SATURDAY, NOVEMBER 26, 2005

CRÓNICAS DE LA MODERNIDAD




En materia de ideas, desde el siglo XVII, y muy especialmente en Francia, la modernidad idolatraba a la razón. No en vano se convirtió en el símbolo, y se la personificó como la diosa en la época más confusa de la revolución francesa de 1789. Era la razón la que traía la autonomía del hombre. A ella se le debía la formulación de los Derechos Humanos, a la vez que asistía impávida a la triste realidad social de injusticia y desamparo de muchas personas. Esa fue la grandeza de aquella época que forzó a cambios profundos en las sociedades del momento en materia política.
Pero claro, la modernidad no sólo ha tenido vestimentas políticas. En materia artística el nacimiento de lo moderno aparece en el siglo XIX, y el poeta francés Charles Baudelaire es reconocido como su descubridor, como su padre. Utiliza el término en 1859, ya que necesitaba expresar lo que caracterizaba en aquella época al artista moderno.

En un verdadero ensayo precursor sobre el problema del arte en la modernidad, Baudelaire diría en 1863 que “la modernidad es lo transitorio, lo fugitivo, lo contingente, que es la mitad del arte, cuya otra mitad es lo inmutable”. Continúa escribiendo que “el escritor debe reproducir la circunstancia en todo aquello que sugiera lo eterno, pues su ocupación reclama la capacidad de destilar lo eterno de lo transitorio”.
De esta forma, si se pretendía destilar lo eterno desde lo transitorio, el escritor debía tener una capacidad especial como espectador capaz de traducir la vida banal y cotidiana para trasladarla al ámbito de lo válido supratemporalmente mediante parábolas, metáforas y otras formas de expresión.
Lo efímero requiere la brevedad en el poema, reducirlo a apenas un apunte, e incluso en el relato, que se debe leer de corrido, sin interrupciones que distraigan la atención del lector y rompan su continuidad.

La poética de la modernidad era la del fragmento, donde se imponía el descuartizamiento de lo real para erigir, acto seguido, otra realidad con los pedazos encontrados.
Charles Baudelaire reaccionó contra el romanticismo imperante en su época. Él no admitía la inspiración, ni la imaginación, ni la improvisación. En ese aspecto era un clasicista. La poesía era para él un ejercicio, un esfuerzo con trabajo sistemático, equivalente al de un paciente artesano volcado permanentemente en pulir sus versos.
Hasta entonces la poesía se había centrado en lo bello, y el poeta francés pretendía demostrar que también lo feo tenía relación con lo estético.

No fue causalidad que Baudelaire tradujera al poeta norteamericano Poe. Con Poe la literatura comenzó a poblarse de antihéroes, de personas que deambulaban por las calles con sus sueños rotos. Baudelaire toma de Poe el culto a la noche, el gusto por lo decadente, por la estética de lo enfermizo y lúgubre. Ambos poetas compartieron su idea del fatalismo y del sentido de irreversibilidad del destino, que son rasgos que definen también a la modernidad.
Tras Baudelaire aparece una figura trascendental para la nueva poesía moderna francesa, Verlaine. Él publicó en 1884 “Les poètes mandits” (los poetas malditos). En esa publicación hacía referencia a los rasgos de las obras de los poetas franceses Corbiére, Rimbaud y Mallarmé. Nunca supuso la trascendencia posterior que tuvo esta denominación de poetas malditos en la historia de la literatura. Con esta denominación se intentaba agrupar a todos los poetas franceses que de una forma decidida había contribuido al desarrollo de la modernidad, y que se caracterizaban no sólo por lo novedoso de sus ideas y poética, sino por su forma de estar en la vida, a contracorriente de todas las corrientes establecidas y academicistas del momento.
Es interesante señalar la relación existente entre Baudelaire y Rimbaud, posiblemente los poetas franceses más representativos de lo moderno. El famoso soneto de “Las vocales” de Rimbaud y las formulaciones estéticas y técnicas de Mallarmé (ambos poetas malditos según Verlaine), tomaron su raiz en la teoría de la imagen poética esbozada por Baudelaire.
Pero es más, Verlaine, que como después veremos tuvo una importancia decisiva en la obra y vida de Rimbaud, fue reconocido por éste como el sucesor de Baudelaire.
Por tanto la modernidad literaria no puede entenderse sin Baudelaire-Verlaine-Rimbaud.

CHARLES BAUDELAIRE

El día 9 de Abril de 1821 nace en París, en la calle Hautefeuille nº 13, Charles-Pierre Baudelaire. Su padre, Joseph Francois, era un sacerdote secularizado de amplia cultura, profesor de dibujo, pintor y jefe de despacho de la Cámara de los Pares. Él fue quien le enseñó las primeras letras. Su madre, Carolina Archimbaut-Dufais, no había cumplido los treinta años cuando él nació. Hija de emigrantes franceses a Londres durante la revolución del 1793, enseñó inglés a su hijo.
Charles realmente fue criado por Mariette, sirvienta de la familia, a la que luego inmortalizó en el poema “A la sirvienta de gran corazón que te daba celos” de su conocido poemario “Las flores del mal”.
A la edad de 6 años muere su padre. Su madre cambia de domicilio y a los veinte meses de enviudar, contrae matrimonio con el comandante Jacques Aupick, vecino suyo de cuarenta años, que era oficial y que posteriormente llega a ser el general comandante de París.
Su nueva situación familiar produjo un importante impacto emocional en Baudelaire, ya que él lo vivió en cierta manera como un abandono, manifestando siempre aversión por su padrastro con el que nunca llegó a trabar buenas relaciones.
La familia se traslada a Lyon, y Charles inicia sus estudios en el Colegio Real de Lyon, de cuyo ambiente no guardará buen recuerdo.
En 1836 su padrastro asciende a general y regresan a París. Allí el niño es internado en el Colegio Louis-le-Grand. Allí comienza a leer a Sainte-Bauve, a Chenier y a Musset, entre otros. Es expulsado del colegio, pero en Agosto finalmente obtiene el titulo de bachiller superior.
En 1840, con 19 años, se matricula en la Facultad de Derecho, y comienza a frecuentar a la juventud literaria del Barrio Latino y entabla sus primeras amistades con Gustave Le Vavasseur y Ernest Prarond. También conoce a Gérard de Nerval, Theodore y a Balzac. Empieza a publicar en los periódicos en colaboración y anónimamente. Intima con Louis Menard, dedicado a la vivisección de animales y a la taxidermia.
Es en esta fase de su vida cuando vive de forma disipada, con continuos choques con la familia, consumiendo drogas, frecuentando prostíbulos, y llevando lo que se vino en llamar una vida bohemia.
Mantuvo una extraña relación con una prostituta judía del Barrio Latino llamada Sarah, a la que denominaba Louchette por su estrabismo, y que probablemente le contagió la sífilis al poeta. Sarah aparece en el poema “Una noche que estaba junto a una horrible judía”, en “Las flores del mal”.
La conducta desordenada del joven mueve a sus padres a intentar distanciarle de los ambientes bohemios de París. Le envían a Burdeos para que embarque en el paquebote Mares del Sur, al mando del comandante Saber, en una travesía que había de llevarle a Calcuta y que duraría dieciocho meses. En el viaje las relaciones del joven con la tripulación no son sencillas, y asustado el comandante del barco por el impacto psicológico que estaba sufriendo Charles, decide enviarlo de regreso a Francia desde la Isla Reunión.
En 1842, nuevamente en París, entabla amistad con Thèophile Gautier y Thèodor de Banville. Alcanza la mayoría de edad y percibe la herencia paterna de 75.000 francos y se independiza. Abandona el hogar familiar y se instala en un pequeño apartamento.
Reanuda su vida bohemia y vuelve al ambiente de los bajos mundos. En esta época, 1843, conoce a Jeanne Duval, actriz mulata que representaba un papel muy secundario en un bodevil del Teatro Partenón . Baudelaire la apoda la “Venus negra”, y mantiene con ella una apasionada, intensa y difícil relación sentimental. Casi con toda seguridad le transmite la sífilis, y ya enferma es retratada por Manet en un espléndido cuadro que se conserva en la actualidad en un museo de Budapest. Esta señora desempeña un papel fundamental en la vida del poeta, y probablemente podamos decir con seguridad que parte de sus mejores poemas son paradójicamente fruto de esta difícil relación.
Dilapida la herencia y contrae numerosas deudas , por lo que su madre y su padrastro el general Aupick obtienen en 1844 de los tribunales que sea inhabilitado y su dinero sea administrado por su padrastro.
Charles Baudelaire colabora de forma anónima con diferentes periódicos y se dedica a la crítica artística. En esta época publica en 1846 algunos ensayos, llenos de sensibilidad y penetración, bajo el título “Los Salones”.
Baudelaire escribió sus primeros poemas a la vuelta de un viaje por el Caribe. Comienza a interesarse por el pintor impresionista Edouard Manet y por la música de Wagner, de quien fue su introductor en Francia.
Descubre la obra de Edgar Alan Poe, que murió poco después y a quien no pudo conocer en persona, a pesar de considerarlo su alma gemela. Poe se le asemeja y durante diecisiete años lo traduce y da a conocer en Francia. De esta forma comienza a ganarse el reconocimiento de la crítica especializada.
Conoce a Marie Daubrun, actriz del Teatro de la Gaite, y mantiene un amor platónico con ella. De la misma forma, mantiene una relación muy especial con Aglae Sabatier, asidua de los círculos literarios, a la que dedicará espléndidos poemas como “A la que es demasiado alegre”.
Durante la revolución de 1848 Baudelaire es visto en las barricadas y tratando de agitar al pueblo para que fusilen a su padrastro.
Escribió sus poemas más reconocidos y recogidos en el libro “Las flores del mal” con sólo 23 años. El editor le impuso este título al poemario en lugar de “Los limbos”, que era el original, y que finalmente se publicaron en junio de 1857. Nada de lo que escribió con posterioridad superó literariamente a esta obra, que es la que más se recuerda del poeta francés Baudelaire.
Inmediatamente a su publicación el gobierno francés acusa al poeta de ofender la moral pública y juzga sus poemas como obscenos. El poeta fue procesado, y la edición fue confiscada por mandato judicial. El editor y él son condenados a pagar sendas multas por ultraje a la moral pública y se le ordena la supresión de seis poemas del libro. Sólo algunos compañeros lo apoyaron como Gautier.
Posteriormente es en parte restituido pero ya quedará ante el gran público identificado con la depravación y el vicio. Amargado e incomprendido, Baudelaire se aisla. En esta fase oscura y sombría de su vida obtiene la alegría a través de los escritos admirados de dos escritores que en aquella época eran desconocidos, Stéphane Mallarmé y Paul Verlaine, y que posteriormente pasaron a la historia de la literatura francesa.
Es en estos años cuando cae enfermo y pasa cortas estancias con su madre en Honfleur, y en Alencon con su amigo y escritor Poulet-Malassis.
En 1861 se presenta a la Academia Francesa, para de esta forma recuperar su dignidad profesional. Los académicos finalmente no lo aceptan.
En 1864 viaja a Bélgica, donde vivirá dos años en Bruselas. Allí trata de ganarse la vida dictando conferencias sobre arte, pero son también un fracaso.
Enfermo, arruinado y alejado de las élites intelectuales muere el 31 de Agosto de 1867 a los 46 años de edad en los brazos de su madre.
Fue enterrado en el cementerio de Montparnase, junto a la tumba de su padrastro, a quién siempre odió.
Póstumamente, en 1868, le publican sus “Pequeños poemas en prosa”.
En 1902 se inaugura en el cementerio donde reposan sus restos un monumento al gran poeta francés Charles Baudelaire.
Baudelarie consiguió extraer con pulcritud inusual los demonios de la condición humana, fue capaz de alcanzar lo sublime con palabras certeras y exactas. Su obra es imprescindible por todo lo que supuso de revolucionaria y adelantada en su tiempo.
Casi un siglo después, en 1949, la magistratura del Sena en París concedía un curioso indulto literario a “Las flores del mal”. Los jueces pidieron perdón públicamente por las ofensas cometidas hacia uno de los mejores poetas franceses alabando su obra y reconociendo el innegable talento demostrado.
Charles Baudelaire apenas pudo publicar nada en vida, siendo su obra póstuma fundamental para entender cómo sintió uno de los escritores cumbre de la literatura universal.

ARTHUR RIMBAUD

Jean-Nicolas-Arthur Rimbaud nació el 20 de Octubre de 1854 en Charleville (hoy Charleville-Mézières), en las Ardenas francesas. Fue hijo de Frédéric Rimbaud, capitán de infantería, y de Vitalie Cuif, de una familia de granjeros.
En 1860 el matrimonio se separa y la madre queda al cuidado de los hijos: Frédéric, Arthur y las dos hermanas pequeñas, Vitalie e Isabelle.
Su padre fue un extraño militar que, cuando sus ocupaciones en la guerra de Argelia se lo permitieron, redactó un Corán anotado que nunca llegó a publicar.
Pese a la separación de sus padres, la infancia de Rimbaud fue todo lo grata que puede serlo para un hijo de una familia burguesa. Fue un alumno dócil, querido de sus maestros, aventajado en todas las disciplinas y ganador de todos los premios. El joven Arthur experimenta un giro brusco en su vida cuando comienza a leer a Théophile Gautier, Theodore de Banville, José María de Heredia, Francois Coppé y Paul Verlaine en “Le Páranse contemporaine”. Lógicamente, fue a esa publicación a donde el poeta remitió sus primeros versos, que no le publicaron. Si publicó “Les Étrennes des orphelins”, que pasa por ser su primer poema, en la Revue pour tous en el año 1870.
El jovencísimo Arthur Rimbaud decidió marcharse a París sin encomendarse a Dios ni al diablo. El dinero que tenía para el billete no era suficiente, por lo que se cuela en el tren. Detenido y encarcelado, su profesor de retórica, Georges Izambard, acudió a su auxilio. Cuando volvió a Charleville sólo tenía una idea: “todo menos trabajar”.
Del joven dócil y aplicado no queda en ese momento nada más que el recuerdo. Así, cuando en París estalla la Comuna (1871), Rimbaud corre a la capital a reunirse con los comuneros. Junto a los revolucionarios redactará himnos y manifiestos, pero el burgués que hay en él no tardó en manifestarse. Les abandonó fundamentalmente por sus groserías y la mala calidad de su dieta alimenticia.
Es entonces cuando el joven poeta, desengañándose del ideal revolucionario, abraza el nihilismo y merced a ello concebirá algo no conocido hasta entonces: una poesía que busca inspiración en la disipación, la negación absoluta de todos los valores y el abismo. En una carta remitida a su amigo Paul Demeny en mayo de ese año estima que el poeta tiene que convertirse en el “gran enfermo, el gran criminal, el gran maldito y el sabio supremo”. En esa carta, denominada “carta del vidente”, explicó los fundamentos de toda su creación poética.
Finalizada su experiencia en la comuna, un anarquista amigo de Izamard le puso en contacto con Paul Verlaine autor de los “Poemas saturnianos”, a quien remitió el poema “El barco ebrio”. En esos momentos Rimbaud contaba con 17 años y Verlaine 27 años.
La amistad que les unió dio mucho que hablar en los ámbitos literarios, donde Arthur es denominado como la “señorita saturniana”. Perdidamente enamorado, Verlaine dejó a su familia y su modesto empleo de funcionario para viajar con Rimbaud a Bélgica y posteriormente a Inglaterra. Lo que es para Verlaine un frenesí que venía a justificar su propuesta estética, para Rimbaud era el mismísimo vértigo de la autodestrucción. Sus veladas con todo tipo de drogas entraron a formar parte de los anales del desorden y el exceso.
En esos momentos disolutos, Rimbaud escribió “Una temporada en el infierno”, su mejor libro. Era el año 1873.
Verlaine enloqueció de celos y descerrajó un tiro en el pecho de Rimbaud. Fue recluido en una cárcel belga, y Rimbaud regresó a Francia.
Su carrera literaria se vio indudablemente afectada por el escándalo que supuso su tormentosa relación con Verlaine. El resto de los escritores le dieron la espalda y decidió instalarse en Inglaterra.
A partir de 1874 dejó de escribir. Durante los 17 años restantes de su vida sólo le movió un interés: hacerse rico. Puesto a ello no dudó en ser mercenario en las colonias holandesas o tratante de esclavos en Abisinia. Se dice que llegó a enrolarse para luchar en España con los carlistas, pero que escapó a París en cuanto cobró la prima en 1875.
Mientras tanto en Europa fue el mismo Verlaine el primero que reivindicó a Rimbaud al publicar los poemas de su antiguo amante, “Iluminaciones” en 1886, e incluirle en su ensayo “Los poetas malditos” de 1884.
Rimbaud regresó a Francia para morir tras una penosa enfermedad en Marsella en 1891. Cinco años después falleció Veraline en París.
Lo que más sorprende al estudiar la figura de Arthur Rimbaud fue la precocidad y el corto espacio de tiempo en el que produjo su obra. Consciente sin duda de que su vida iba a ser breve, pocos autores han sido tan autodestructivos como él, escribió todos sus poemas entre los 16 y 20 años. Fue un poeta peleador, altivo, que desparramó genialidad, pero también faltas continuas de respeto y pedanterías. La mayor influencia que tuvo Rimbaud en su poesía fue la de su compatriota Baudelaire. Intentó desentumecer la apatía de la sociedad francesa, que ya había sido sacudida por Baudelaire y Mallarmé, pero aún necesitaba de la furia estridente de Rimbaud.
La magia de su lenguaje y sus imágenes colocaron para la historia a Arthur Rimbaud como uno de los fundadores indiscutibles de la literatura moderna.

ADICCIONES Y ENFERMEDAD

Baudelaire y Rimbaud tienen muchos lugares de encuentro. Compartieron visiones semejantes de lo poético, su novedad facilitó la irrupción de la modernidad en la literatura, y su reconocimiento público universal y póstumo los han hecho muy atrayentes como personajes.
Sus vidas no fueron fáciles. Sus gustos por el otro lado de la sociedad, la noche, en definitiva, lo bohemio, los llevó también a encontrarse con los excesos de todo tipo. Esos excesos facilitaron la irrupción en sus vidas de diferentes adicciones que sin lugar a dudas los marcaron de una forma definitiva.
El filósofo español José Antonio Marina, en su último libro “La inteligencia fracasada”, explica que “el término adicción produce de una palabra inglesa tomada en préstamo del viejo francés. Era un término legal dramáticamente expresivo. Significaba el poder de disponer del cuerpo ajeno en pago a una deuda. La droga se impone al cuerpo y éste le obedece. Es un fenómeno compulsivo e irreprimible del que se siente preso el sujeto, que afirma: no puedo dejar de hacerlo”.
De Baudelaire conocemos sus excesos con el alcohol y al final de su vida con el opio. Posiblemente Rimbaud sufrió en sus primeros años también las adicciones del alcohol y el opio, pero todo apunta que de una manera más intensa que Baudelaire.
Philippe Bernot en su libro “El genio y la locura”, afirma que “numerosos creadores intentaron facilitar el acceso a una consciencia genial mediante drogas o sustancias tóxicas que en definitiva no hacían sino activar el pensamiento y acelerar los procesos asociativos, a semejanza de determinados mecanismos patológicos de activación de las ideas que se dan en los estados de excitación y exaltación del humor o incluso de pensamiento disociado (estados psicóticos)”. Es bueno traer a colación la opinión de este especialista para cortar de raíz la idea de que las drogas pueden facilitar el que se alcance la genialidad por parte de los artistas. Las adicciones arruinan a las personas y las alejan de la genialidad. Baudelaire y Rimbaud no debían de ninguna manera su gran genialidad a las drogas. Hay que romper con la idea, que en muchos foros y ambientes es atractiva, de que las drogas y la genialidad se ayudan.
Precisamente Baudelaire expresaba la siguiente idea: “Quiero demostrar que los que buscan paraísos, construyen su infierno, lo preparan, lo excavan con un éxito cuya precisión quizá los asustaría”.
Rimbaud para muchas generaciones, por su corta y azarosa vida, ha encajado exactamente en la idea dramática, fulgurante y breve que la gente se forma del genio, como dejó recogido Cocteau en su “Poésie Critique”.
Las adicciones en ambos poetas franceses contribuyeron de una forma decidida al agravamiento del estado físico de ambos, pero no fueron las responsables directas de sus muertes.
Charles Baudelaire en el año 1840 se matriculó en la Facultad de Derecho de París. En ese año comienza a relacionarse con una mujer llamada Sarah, que previamente ya describimos, que según sus más importantes biógrafos contagió al poeta de sífilis. No se conocen datos algunos que apunten a que Baudelaire se tratara esta afección en ningún momento, más bien al contrario parece que contagio a otras mujeres esta enfermedad como a Jeanne Duval.
En el año 1858, cuando en Junio hace un artículo proclamando su fidelidad a Victor Hugo, comienza a sentir algunas molestias en las piernas acompañadas de ahogos.
El 13 de Enero de 1860 sufre una pequeña congestión cerebral. No acude a ningún médico, busca la ayuda de una mujer hechicera.
El 15 de Febrero de 1865 se agrava su enfermedad, parece que ya padecía una neurosífilis, y presenta diferentes tipos de neuralgias. Poco a poco su salud se va resintiendo más, y en 1866 presenta síntomas de confusión mental, dolores gástricos y un asma pertinaz. Por primera vez lo trasladan a Bruselas a un hospital, y posteriormente a otro en París. Allí ya presenta una afasia y una hemiplejia. Su madre lo cuida y ya no se separa de él más. Permanece ingresado en la clínica del doctor Duval y allí recibe la visita de algunos amigos como Sainte-Beuve. Parece ser que alguno le interpreta Wagner. En esos momentos recurre al opio y a las cápsulas de éter para combatir sus dolencias. Previamente a su ataque cerebral en su correspondencia incluso había expresado su deseo de recurrir al suicidio.
La enfermedad se agravó de forma muy rápida y permanece en este estado varios meses. Afectado de forma grave por la neurosífilis muere finalmente el 31 de Agosto de 1867, a los 46 años de edad, en los brazos de su madre.
Una vez que abandona su carrera literaria Rimbaud y se convierte en un explorador de nuevos mundos en busca de fortuna, sufre en Chipre en el año 1879 de fiebres tifoideas, que le obligaron a regresar a Francia para curarse.
Tras situar su residencia en Harar, en Febrero de 1891 comienza a quejarse de fuertes dolores en la pierna derecha. Su enfermedad se agravó, adelgaza muchos kilos y ya no puede moverse ni levantarse por los dolores que le atenazan El 7 de Abril de ese año lo trasladan en una camilla al Hospital Europeo de la ciudad de Aden. Rimbaud decidió regresar a Europa y liquidó en aquel momento todos sus negocios, ya que un médico inglés le habla del grave estado de su pierna y de que posiblemente tuvieran que amputársela.
El 20 de Mayo se embarca en el Amazona con destino a Francia. Llegó a Marsella y lo ingresaron en el hospital de la ciudad. Allí le amputan la pierna derecha ya que lo diagnostican de un carcinoma óseo. Previamente su madre se había reunido con él. Ella vuelve a marcharse a Roche el 8 de Junio. Arthur se quedó en el hospital hasta Julio y luego marcha a Roche, donde permanecerá un mes. Sus dolores físicos son muy intensos y los combate con narcóticos. Entra en un estado de melancolía ya que adivina que el hombre joven que es, casi con seguridad se esté enfrentando a sus últimos días.
El 23 de Agosto, Rimbaud acompañado de su hermana Isabelle, a la que adora y que se le ha vuelto indispensable, vuelve a Marsella, donde ingresa nuevamente en el hospital. El día 20 de Octubre cumple 37 años de edad el genial poeta.
Finalmente Arthur Rimbaud fallece el día 10 de Noviembre de 1891, tras haberse confesado, al parecer a instancias de su hermana. Había expresado su deseo de ser enterrado en Adén, junto al mar.
El 14 de Noviembre entierran a Rimbaud en Charleville. Su madre le había preparado unos funerales solemnes, a los que sólo asisten ella y su hija. Ese mismo día se publica en París, donde nadie se había enterado de su muerte, “Reliquaire”, volumen que reunía gran parte de los poemas de Rimbaud.
La sífilis y cáncer de huesos acabaron con dos de los poetas más importantes de la literatura universal.

LA MODERNIDAD, UN ESPEJO ROTO

A la Ilustración racionalista la humanidad le debe grandes avances. Esa época estuvo llena de luces, pero también albergó en su seno muchas sombras. Ese lado oscuro y menos humano fue precisamente el responsable del fracaso de la modernidad que muchos autores han descrito en extenso. Las prolongaciones de la modernidad llegan aún a nuestros días e infunden desorientación en algunos autores poco avezados.
El filósofo Alejandro Llano en su libro “La nueva sensibilidad” escribe de forma certera sobre la superación de lo moderno: “Salvar a la modernidad de sí misma; de rescatar las auténticas configuraciones de la autorrealización humana que le debemos, liberándolas de su interpretación modernista y de su consiguiente tendencia a la autoanulación. Una rectificación o, mejor, una superación de la modernidad hacia la auténtica contemporaneidad, significa advertir que es posible rescatar a la Ilustración de su propia versión ideológica, y radicarla de nuevo en un ethos de libre y rigurosa búsqueda de la verdad”.
No sólo heredamos en el terreno de las ideas políticas o filosóficas de la modernidad. En el arte, la modernidad introdujo a la moda, herencia de la que ahora disfrutamos, o en muchas ocasiones padecemos. Claro, la moda impone un estilo nuevo que rompe siempre con el anterior, del que no puede ser nunca una evolución sin arriesgarse a convertirse en un clásico. La moda contiene lo poético y eterno en lo transitorio, y no se duda en afirmar que la moda representa para el artista moderno, lo que la religión para el artista hierático de la Edad Media: la belleza eterna sólo podrá manifestarse bajo el permiso y las reglas de la moda.
Gracias a la modernidad padecemos en la actualidad la “dulce” esclavitud de la moda.
La atracción de tantos por la vida bohemia de los poetas malditos franceses ha contribuido a idealizar la imagen de lo moderno en la literatura.
El estudio certero y real de la vida de Baudelaire y Rimbaud nos muestran que más que un ejemplo para las generaciones venideras, posiblemente sean una muestra de lo desgraciada que puede ser la existencia de los hombres, que aún poseyendo una genialidad digna de admiración, sufrieron en sus vidas los rigores de unas vidas desordenadas y en muchas ocasiones indignas. Así la modernidad para muchos, se ha convertido en un espejo roto donde hay que rehuir mirarse.

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CUANDO VERLAINE DISPARÓ A RIMBAUD


Posted by Cristina Domínguez On agosto 8, 2013 In Mundo Editorial No comments
Paul VerlaineHace exactamente 140 años Verlaine era condenado a dos años de cárcel por disparar a Rimbaud, borracho y desesperado ante la idea de que este lo abandonase.

El 9 de julio de 1873 tuvo lugar una de las trifulcas más famosas de la historia de la literatura, que llevó a Verlaine a juicio un mes después. Una razón tan buena como otra cualquiera para recordar el amor tormentoso entre Paul Verlaine y Arthur Rimbaud, o al menos, así lo ha considerado oportuno el Museo Carnavalet de Historia de París, quien hoy repasa en su facebook los hitos de la relación entre los dos poetas.

Desde muy joven Verlaine quiere dedicarse a la poesía, pero su padre decide que es mejor que entre en una compañía de seguros, lo que más adelante le lleva a trabajar en el ayuntamiento. También desde muy joven se refugia en el alcohol, que lo vuelve violento (se dice que intentó matar a su madre en diversas ocasiones). Además, tras la muerte de su prima (de la que estaba enamorado y con la que pretendía casarse secretamente), contrae matrimonio con Mathilde Mauté.

Su vida dará un giro en 1871, cuando pierde su empleo municipal y conoce al jovencísimo Rimbaud, con el que inicia una tumultuosa (y por todos conocida) relación. Como era de esperar, eso arruina su relación con su mujer, quien inicia el proceso de separación. Su evidente homosexualidad causa escándalo en el París de la época, y el carácter agresivo y provocador de Rimbaud perturba el ambiente entre los poetas que Verlaine frecuentaba, por lo que deciden huir juntos a Londres.

A eso le siguen una serie de encuentros y desencuentros entre Londres y Bruselas que termina, como ya sabemos, con el disparo de Verlaine a Rimbaud, cuando el primero tiene 29 años, y el segundo, diez menos.

Aunque la herida de Rimbaud es superficial, y él mismo retira la denuncia, el 8 de agosto de 1873 Verlaine es condenado a dos años de cárcel por el tribunal de justicia de Bruselas, siendo su homosexualidad un factor agravante.

El poeta pasa esos dos años en una cárcel belga, donde se reencuentra con la fe cristiana. A su salida, vuelve a París donde intenta sin éxito volver con Mathilde y se dedica a vivir de la escritura. A esas alturas Rimbaud ya ha renunciado a la literatura y está a punto de embarcarse en aventuras por África.

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jueves, 28 de julio de 2011

PAUL VERLAINE Y ARTHUR RIMBAUD: el amor homoerótico entre dos poetas malditos.


Paul Verlaine y Arthur Rimbaud tuvieron el inverosímil hábito de desfigurar sus vidas, y lo que pudo ser unas vidas de éxito y glamour, las convirtieron en una terrible pesadilla. Ambos fueron individuos excesivos, insignes escritores que rayaban hasta la locura, y de  ese mundo que inventaron tanto separados como juntos lleno de extravagantes desvarios les quedo el nombre de escritores malditos y para la historia de la literatura han quedado como dos de los más fundamentales poetas de finales del s. XIX.

Tanto Verlaine como Rimbaud fueron personajes complicados que a pesar de sus genuinas y hermosas poesías sorprendieron a la sociedad de su época por sus rarezas y esquizofrénicas actitudes. Entre las singularidades que se le atribuyen a Paul Verlaine sobresale el intento de asesinar a su madre, a su mujer, a su hijo y finalmente a su amado Rimbaud. A su mujer, también intentó quemarle los cabellos y cortarle las manos y en otra ocasión lanzó a su hijo, aún bebé, contra la pared, el pequeño sobrevivió gracias a la abrigada ropa que llevaba que amortiguó el golpe.

Rimbaud
Arthur Rimbaud, no se quedo atrás en sus locuras, con sólo dieciséis años ya se había ganado el sobrenombre de loco en la sociedad parisina. Rimbaud fue un niño terrible que blasfemaba en voz alta contra Dios, contaba a todo el mundo sus truculentos episodios sexuales, no sólo con sus amantes femeninos y masculinos, sino también aquellos pasajes de zoofilia. Muchos historiadores y biógrafos procuran justificar su actitud alegando que Rimbaud había vivido una brutal y cruel infancia sin padre y había sido violado por todo un batallón de soldados, lo que tuvo una doble secuela en el poeta, el horror como víctima de un hecho infame y un incomprensible atractivo hacia la degradación y la violencia de la transgresión múltiple.

Cuando  Rimbaud de diecisiete años y Verlaine de veintisiete se conocieron 1871 pronto sintieron el uno por el otro una fuerte atracción sexual, a la que se unió la común pasión por la bebida, el amor a la poesía y la exaltación enardecida hacia los hombres, formando desde el primer momento una pareja con una capacidad cognitiva única pero tormentosa. Rimbaud y Verlaine ampararon una relación que rozaba y se balanceaba entre el delirio y la pesadilla. Tomaban alcohol y se drogaban hasta desfallecer para superar los límites de la razón, del bien y del mal, y sobre todo, para liberarse de los falsos prejuicios sociales de un mundo aburguesado, decadente y absurdo que no aceptaba su amor homoerótico.

Al poco tiempo de llegar a París  Rimbaud se enemistó con todos los poetas parnasianos, que lo consideraron demasiado tosco, rudo y salvaje. Un día un poeta amigo se le  acercó  para enseñarle unos versos que tenía escrito y Rimbaud le respondió con un escupido.  Arthur Rimbaud niño se reveló como un belicoso, un demente y un provocador. Albert  Mérat que en aquella época  había publicado una suma de sonetos en apología al cuerpo de la mujer le respondió con un poema obsceno titulado “Soneto del agujero del culo”.


Verlaine
La ilación amorosa que mantuvieron los poetas fue una relación que se batió entre el amor y el odio que terminó de manera trágica, como fue también trágica el final de sus vidas. En los dos años que duró la complicada relación amorosa se hicieron daño mutuamente. Hubo maltratos tanto físicos como psicológicos, lágrimas, arrepentimientos, idas y venidas por distintas ciudades de Europa, escapadas que terminaban en regresos, escándalos que se hacían públicos, dolor y sobre todo mucha locura.

Paul Verlaine una vez más celoso y desesperado por la atención de su amante disparó sobre el joven poeta. Paul Verlaine dependía fuertemente del amor de Rimbaud que ejercía una fuerte atracción. Paul Verlaine era un hombre débil y contradictorio, un ser indefenso y mimado, profundamente inestable, necesitado de la autoridad permanente de un ser fuerte que lo guiara, y sin embargo inconformista, receloso y con un gran deseo de independencia.

El hecho violento ocurrió en la ciudad de Bruselas en 1873. Paul había amenazado con suicidarse ya tres veces si Rimbaud no regresaba con él, Rimbaud como siempre acudió a calmarlo y en cuanto se vieron juntos de nuevo comenzó el tormento: Alcohol, sexo y peleas. Verlaine viendo que no podía retener a su lado a su amante en los términos que él quería resolvió disparar y Rimbaud quedó herido de una mano  y Verlaine termino con una  condena a dos años de trabajos forzados después de un juicio público.

Se volvieron a ver una vez más, en 1875 a la salida de Verlaine de la cárcel. Aquella noche la pasaron de farra trincándose una borrachera como las de antes, pero terminaron cayéndose a puños como nunca lo hicieron  y finalmente el caos de su angustiosa relación termino para siempre entre sangre, moretones y llantos.

Arthur Rimbaud no volvió a escribir más. Murió a los treinta y siete años de edad y con una sola pierna, entre tremendos dolores, como consecuencia de un tumor de hueso que se le declaró en la rodilla y que avanzó por todo el cuerpo velozmente. Paul Verlaine conoció la humillación progresiva de su talento y su persona. Murió íntegramente sólo a los cincuenta y dos años de edad, contagiado por una terrible sífilis, borracho y completamente arruinado.  

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PAUL VERLAINE Y JEAN ARTHUR RIMBAUD
"LOS AMANTES MALDITOS"

Por: Rúbila Araya

En la segunda mitad del siglo XIX, -cuando en algunas mentes abundan millones de ideas, que se lanzan al mundo como manifestación de un moderno y provocativo pensamiento vanguardista, cuya misión es la de reinventar el arte en todos los sentidos-, la falta de genios o de personajes de una particularidad desafiante, no es en absoluto una realidad.

 El amor, la ira...la contradicción; el desenfado, el desenfreno...el desencanto. Una infinidad de sentimiento y sensaciones habitan a la vez en complejas personalidades y convergen en una sola fuerza creadora. Así, la vida y la obra se confunden y entremezclan, se vive para crear, se crea lo vivido.

Esta es la historia de dos artistas, Verlaine y Rimbaud:  los "simbolistas", "los poetas malditos".  Verlaine, el más viejo, Rimbaud, el adolescente; el primero, siempre debatiéndose entre dos caminos, el segundo, totalmente libre. Juntos, emprenden un corto pero intenso viaje, escandalizando a una sociedad,  aún no lista para el agitado romance.

Cuando recibió "El barco ebrio", Verlaine, fascinado por lo leído, invitó inmediatamente al desconocido autor del poema a visitarlo a París. Entonces, a mediados de agosto 1871, el poeta de 26 años ya contaba con prestigio en el mundo poético, y estaba casado con la adolescente Mathilde Mauté, con quien pronto tendría un hijo.

Paul Verlaine nació el 30 de marzo de 1844 en Metz, al este de Francia. A diferencia de otros personajes célebres, tuvo una infancia feliz, a la cual siempre añoró por los alegres veranos pasados a las orillas del río Semois, en Bouillon, Bélgica, hogar de su familia paterna. A esta etapa de su vida dedicó una serie de poemas, que evidencian su nostalgia por los años mejores, esos llenos de coloridos paisajes, a los que volvió cuando en 1873 fue perseguido por la policía al haber participado en la insurrección de la Comuna.

Su amigo de adolescencia, François Coppée, escribió sobre la personalidad de Verlaine, lo siguiente: "Siempre fue un niño. ¿Hay que compadecerlo por eso?...Es tan amargo el hecho de hacerse hombre y prudente, dejar de correr por los caminos de la fantasía por miedo a caer(...). ¡Dichoso el que da crueles caídas y se levanta llorando para olvidar en el acto el accidente y el dolor, abre otra vez los ojos llenos de lágrimas, los ojos ávidos y encantados a la naturaleza y a la vida!".

Dicen que su poesía melancólica se inició cuando se enamoró, sin ser correspondido, de su prima Elisa Moncomble, la tristeza de esa decepción lo llevó de una vida tranquila entre los campos y la lectura de Baudelaire a una de cabarets y alcohol. En los cafés parisinos, escribió versos y se comenzó a relacionar con los poetas parnasianos.

En la ciudad luz, había aprobado su bachillerato  (1862), presentado su primer poema en la Revue du progrès moral (1863), estudiado derecho, y trabajado en una compañía de seguros y en el ayuntamiento de París, cuando en 1866, publicó sus famosos "Poemas saturnianos", obra donde se evidencia su simbolismo en la añoranza de amores y sensaciones conectadas a paisajes y a seres estelares: ..."leer en el cielo tanto las dichas como los desastres y que cada alma estaba unida a uno de los astros".

En 1869, dio a conocer sus "Fiestas galantes", y al año siguiente (1970), conoció a Mathilde, con quien se casó y dedicó "La buena canción", junto a ella inició una tranquila vida burguesa... que no le duró por mucho tiempo.

Siempre se ha destacado en la poesía de Verlaine la musicalidad de su verso impar, es por eso que es mejor leerlo en su idioma original; palabras, como luna, nieve, viento y lluvia son los símbolos sutiles que en un principio aparecen constantemente en la creación de su delicada alma. A partir de 1871, su existencia se trastornó, comenzó, más que nunca, a ir de un extremo a otro, de lo claro a lo oscuro... de caer a querer levantarse, haciendo de la segunda parte de su obra el reflejo de un errático y agitado camino.

"Rimbaud"

Al momento de ser invitado por Verlaine a su casa de París, luego de que él le enviara el poema "El barco ebrio", Rimbaud era un genial y rebelde adolescente, que había intentado llegar antes a la capital de Francia, sin mayor éxito, y ya mantenía correspondencia con Paul Demeny y Banville.     

Nació el 20 de octubre de 1854, -en Charleville, región francesa de las Ardenas-, en una familia encabezada por Vitalie Cuif, una madre severa y ultrareligiosa, que tempranamente había sido abandonada por su marido al partir a la guerra de Crimea.

Siempre fue un niño precoz que comenzó a escribir versos a la edad de diez años. En 1869, Rimbaud obtuvo por "Yugurtha" el primer premio en el Concurso de versos latinos, debido a este hecho, la revista Le Montieur de l'Enseignement Secondaire publicó tres temas del novel poeta, "Yugurtha", "Vererat" y "El ángel y el niño"; además la Revue pur Tous incluyó sus versos franceses, con el nombre de "Los aguinaldos de los huérfanos".

A pesar de sus cortos años, Jean Arthur, ya había adoptado una postura provocadora ante la vida, entraba y salía de su hogar, con ganas de experimentarlo todo e internarse en el mundo de la poesía. Intentó trabajar en un periódico de Charleoi, dirigido por el padre de un compañero del Instituto, pero sus modales y palabras, le hicieron perder el empleo antes de obtenerlo. Fue su maestro Izambard su primer nexo con otros poetas.

Vagabundeó por ahí, una muchachita intentó unírsele, pero la abandonó sin interés. También se comenta, aunque no está comprobado, que a mediados de marzo (1871) tuvo la intención de integrarse a las tropas sublevadas de la Comuna y emprendió viaje a la capital. 

Por este tiempo escribió a Paul Demeny lo que se conocería como "Carta del vidente" (15 de mayo de 1871), importante obra de la literatura moderna en la que plantea que la gran misión del nuevo poeta es experimentar y extraer la quintaesencia de todo, con el fin de hacerse un vidente. También, remitió "Lo que se dice del poeta a propósito de flores" a Banville.

Es en esta etapa de andanzas y gestiones en la que repentinamente pasó a co-protagonizar  una de las historias más controvertidas de la época, haciendo gala de su furiosa e insensible personalidad, que lo llevó, más que a él mismo, a perturbar la vida de otro ser, al que en su fragilidad lo hizo constantemente cruzar la línea entre el "bien y el mal".

"El príncipe de los poetas y el ladrón de fuego y suelas de viento"

Cuando el imberbe muchacho de ojos azules y pelo despeinado, llegó a la casa de los suegros del poeta Verlaine, a mediados de septiembre de 1871, desde el primer momento comenzó a alterar su normal vida burguesa, los malos modales del invitado desencajaron y éste se aburrió en la formalidad, por lo que rápidamente decidió albergarse en otros lugares.

A pesar de que el creador de "Antaño y hogaño" llevaba un agradable, pero tranquilo matrimonio con la joven Mathilde Mauté de Fleurville, no tardó mucho en prendarse de la personalidad y la valentía de Rimbaud. Pronto comenzaron a participar en juergas y borracheras, alentadas por "hierbas", ingredientes infaltable en la travesía.

En 1872, ya formaban una pareja, y sus continuos escándalos, que llegaron al conocimiento de Mathilde, hicieron que ella comenzara con recriminaciones a las que Verlaine respondió en varias oportunidades con demostraciones de violencia, - incluso contra su hijo que llevaba poco de nacido-, las que fueron avivadas por su abusivo consumo de alcohol.

Las querellas con Mauté, alejaron en primera instancia a Rimbaud, quien se volvió a Charleville, provocando el llamado  suplicante de Verlaine. Al poco tiempo, Jean Arthur, decidió irse a Bélgica, seguido por su amante desesperado, quien abandonó a su mujer enferma.

Así, la infernal pareja emprendió un rumbo errante por caminos de amor y desenfado, de ira y desenfreno, de contradicción y desencanto. El "príncipe de los poetas", -como lo nombraron sus colegas en 1894-, y el "ladrón de fuego y suelas de viento", -como lo llamó el propio Verlaine por la frase de la Carta del vidente y por su espíritu libre-, se marcharon a vivir su idilio.

El primer obstáculo fue el puesto fronterizo de Arras, desde donde fueron devueltos a París, pero insistieron y llegaron a Bélgica a través de las Ardenas. En tanto, la esposa de Paul Verlaine, lo localizó y lo convenció de regresar, éste accedió, pero en la frontera se arrepintió y bajó del tren para correr junto a Rimbaud. Luego de eso, viajaron a Inglaterra, donde estudiaron inglés y dieron clases de francés, mientras Jean Arthur continúo con sus "Iluminaciones", empezadas a escribir hace un tiempo.

Dos meses después, Mathilde Mauté inició el proceso de separación judicial y Rimbaud abandonó Londres, para ir a una residencia heredada de su madre en Roche. En 1873, Paul enfermó y su amigo volvió rápidamente a su lado, para dejarlo al poco tiempo y regresar a Roche, donde comenzó con "Temporada en el infierno".

Al recuperarse, Verlaine viajó a las Ardenas belgas, y desde Amberes partió junto a su amante a Inglaterra. Aquí es donde la relación se tornó insostenible, por lo que el "Loyola", -como lo apodó Rimbaud-, volvió sólo a Bruselas para tratar, inútilmente, de congraciarse con su esposa.

Es al reencontrarse en esa ciudad, que se desataron los violentos acontecimientos de julio de 1873. Rimbaud decidió volver a París y Verlaine, en un ataque de iracunda impotencia, le disparó, hiriéndole el puño.

El tormentoso periplo de los poetas llegó a su fin y sus destinos se separaron. Verlaine fue condenado a dos años de cárcel y Rimbaud se recluyó en Roche. Encerrado, Paul compuso poemas místicos cargados de arrepentimiento, publicados en "Sabiduría" (1881) y "Antaño y hogaño" (1884), y también eróticos en "Paralelamente" (1881).      

De la turbulenta experiencia, nacieron las creaciones "Romanzas sin palabras", de Verlaine, y "Temporada en el infierno", culminada por Rimbaud en su agónica estadía en la casa de Roche. Los poemas "Iluminaciones" (Rimbaud), fueron recopilados y publicados por Paul Verlaine en 1886, son los últimos que se dieron a conocer del joven poeta.

En 1875, Verlaine intentó entenderse nuevamente con Rimbaud, pero el encuentro terminó con golpes e insultos en las calles de Stuttgart. Atrás habían quedado los días de bohemia y agitación, retando a los comentarios de la sociedad y de los círculos intelectuales, que se asombraban al ver u oír hablar sobre los espectáculos de la pareja de "sodomitas" (no se conocía la palabra "homosexual").

Se cuenta que en un diario apareció escrito con ironía que "es frecuente ver a Verlaine cenando con la señorita Rimbaut", ante lo cual Rimbaud comentó que no le había molestado la frase, pero lo que sí le había disgustado mucho es que hayan escrito su apellido con "t" y en vez de "d".

Es que "el niño terrible" de la poesía, nunca tuvo miedo, siempre desafió a la vida. Su insensibilidad, su indiferencia, su amoralidad, lo liberaron de cualquier atadura. Él mismo afirmo: "la causa de mi superioridad es que no tengo corazón".

Tal vez fue esa libertad, la que cautivó a Paul Verlaine, una característica de la que carecía, ya que a cada exceso que cometía, le seguía el arrepentimiento. Su personalidad maniquea, le hizo serpentear entre dos mundos, en su fragilidad, no pudo abandonarse totalmente al amor de Rimbaud, pues no quería desligarse de su esposa, aunque muriera por estar junto al adolescente. Paralelamente, fue bohemio y espiritual, vividor y religioso... caía en la tentación y pedía perdón.

Los "poetas malditos", término incorporado por Verlaine en 1884, se transformaron en "amantes malditos".  Al tiempo de perder toda conexión el uno con el otro, Jean Arthur Rimbaud, con apenas 20 años, abandonó la poesía para internarse por largo tiempo en África, en busca de aventuras y nuevas emociones; en tanto, Verlaine escribió obras, como "Memorias de un viudo" (1886), "Mis hospitales" (1891) y "Confesiones" (1895); probablemente, intentando revivir su historia, comenzó una nueva relación con un joven alumno, la que fue un fracaso.

El 8 de enero de 1896, consumido por la cirrosis, la gastritis, la ictericia y el reumatismo, y luego de pasar por hospitales, cárceles y habitaciones de alquiler, Verlaine murió en París, a la edad de 52 años. El 10 de noviembre de 1891, a los 37 años, como siempre precoz, la vida de Rimbaud llegó a su fin; luego de haber vuelto a Francia, se le amputó una pierna debido a un tumor en la rodilla, pero ya era muy tarde, el cáncer había avanzado.

La importante obra de estos poetas trascendió en el tiempo, pero también su turbulenta historia, hoy, lejos de escandalizarnos, nos seduce. El siguiente, es un extracto de una carta enviada por Rimbaud a Verlaine, que grafica la intimidad amorosa que había entre los dos. Aquí aparece el autor del "Soneto de las vocales", llamando a su amante, como tentándolo a vivir una odisea de la cual el "saturniano" tantas veces intentó escapar.

 A Verlaine, julio de 1873
Londres, viernes por la tarde. Vuelve, vuelve, querido amigo, único amigo, vuelve. Te juro que seré bueno. Si me he mostrado desagradable contigo, fue tan sólo una broma; me cegué, y me arrepiento de ello más de lo que puedes imaginar. Vuelve, todo estará totalmente olvidado. ¡Que desgracia que hayas tomado en serio esta broma!. No paro de llorar desde hace dos días. Vuelve. Sé valiente, querido amigo. Nada está perdido todavía. (...) No me olvidarás ¿verdad?. No, tú no puedes olvidarme. Yo te tengo aquí siempre. Di, contesta a tu amigo ¿acaso no volveremos a vivir juntos los dos?. Sé valiente, contéstame pronto. No puedo quedarme aquí por más tiempo. Oye sólo lo que te dicte tu buen corazón. Dime pronto si tengo que reunirme contigo.
A ti, para toda la vida. Rimbaud.





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