.qualquier buenos aires

¿Será tal vez en tono orwelliano que la portada de Piano bar refiera a la pantalla de un televisor? Imágenes capturadas y amplificadas que permiten ver los puntos de color, el trasfondo de la imagen, se muestra su intimidad, su construcción. Y las letras en color también pasan a ser una captura microscopia tal vez de fondo. Hay algo más allá. Rubias de New York fantasmas de percal presten atención, se ha abierto un piano bar cerca del cabaret. Será que nací en el sur? será que encendí la luz de tu amor? Viudas de Nerón, amantes de Gardel suena un bandoneón, cerca del cabaret Será que nací en el sur? será que encendí la luz de tu amor? Los chicos tienen un lugar donde viven esas cosas que asombran las chicas tienen un lugar donde ir a conversar. Usa tu rubor, escoge tu disfraz plumas de gorrión, sonrisas de zorzal. Coloca vitrina al sur re loca titila luz, la ciudad. (Charly García)

 Casas rojas producidas con IA.

Charla Hablamos del fuego de su arte  Su fuerza, su poder hipnótico Hablamos del fuego  como se habla de la vida Como se habla del amor De la obra de los hombres Del barro con que juegan los hombres Hablamos del ardor y el sinsentido De lo que el fuego origina Si, hablamos del origen Y de rezar y soñar junto al fuego  Y de pasar la noche en vela  una y varias noches junto al sol efímero de las brasas,  bajo el fuego de las estrellas  En fuegos amigos crepitan tímidos recuerdos  de los últimos fuegos Crepita lejana su voz se apaga de a poco Su alma ardiente -resabio de una hoguera-  sube al centro de la noche  Y es un fuego más  en alguna constelación  que aún no tiene nombre Hablamos del fuego con los ojos cerrados En su lumbre encarnada el alba nos abrirá el cielo. Ixx, mar25

Esta carta fue escrita y enviada por Richard Burton a Liz Taylor ocho meses después de casarse con su última esposa, Sally Hay, y apenas una semana antes de su muerte, a los 59 años. Durante ese último año, nunca volvieron a verse. Liz Taylor encontró la carta en su casa de California al regresar del entierro de Burton en Suiza. “Quiero saber cómo estás, odio mío, mi cara y mi cruz, sombra y luz, mi paloma y mi cuervo. Por aquí nada cambia: el lago sigue opaco, la tapia de lluvia persiste, y en la ventana ciega aún brilla el ágata del recuerdo de tus ojos violeta. Es domingo por la tarde. Bebo… Déjame decirte que estoy triste como un perro viejo, y que mi soledad es una casa enorme, vacía e inútil, como esta. Mi gata amarilla maúlla… Ojalá lo hiciera bajo tu sombra, junto a tu silueta de diosa antigua. También ella te extraña y araña el molde de tu ausencia. Parece que le dejaste tus ojos para que no pueda olvidarte. Si pudieras contestarme, si aún no fuera demasiado tarde para este ma...

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