Señora Princesa - Tango


Roberto Lambertucci/Atilio Bruni
grabado por Raúl Lavié en julio del 1957 

Señora Princesa (vals)

Te dirán por doquiera que vayas: "señora princesa".
Te dirán que la virgen morena te dio su mirar.
Las estrellas celosas... mirarán tu belleza
Y a tu lado las flores más bellas se avergonzarán.
Pero sé que estarán en tu vida mis pobres canciones
Y esos ojos que yo tanto admiro se humedecerán.
Porque nada es más lindo en la vida
Que quererse, adorarse y besarse
Y por eso: "señora princesa"
No me olvidarás...

No me extraña que ahora te llamen "señora princesa"
Pero nunca podrán ofrecerte mi sinceridad.
Llegarán a tu oído... los más lindos piropos,
Pero nadie sabrá comprenderte, en tu intimidad.
Hoy podrán engañar a tus sueños, en brazos extraños
Pero el tiempo que todo lo sabe, dirá la verdad.
Porque sólo es eterno en la vida
El amor que es sincero y se aprecia
Lo demás, mi "señora princesa",
Asoma y se va...

Qué te importa que todos te digan "señora princesa"
Si en su mundo mendigo y perverso está el interés.
La belleza de tu alma... la despierta tu cuerpo
Lo demás es mentira egoísta que enciende la sed.
En la corte de oro y de plata que todos te ofrecen,
Hallarás el inmenso castigo de la falsedad,
Porque nada es más lindo en la vida
Que el amor que es sincero y se aprecia
Lo demás, mi "señora princesa",
Asoma y se va.


El compositor Roberto Lambertucchi, a quien se debe la letra de Señora Princesa (un vals que alcanzó mucha popularidad a fines de los 50), tenía en carpeta unas letras que hacían referencia a los Diez Mandamientos de la Ley de Dios, y que algún biógrafo calificó, frente a otras composiciones del autor, como "tentativa de obra de mayor aliento" .



Raúl Lavié.
“La cultura popular de mi infancia fue el tango”, declarará años después, evocando sus correrías por Rosario, la mítica barra de amigos, el café de la esquina y los bailes en los barrios. En algún momento, decide probar suerte en Buenos Aires. Algunas relaciones debe haber tenido y algún respeto debe de haberse ganado para haber sido contratado por la orquesta de Víctor Buchino en Radio El Mundo.
En 1957, arañando los veinte años, se suma a la orquesta de Héctor Varela y allí graba tres temas para el sello Columba: “Señora princesa”, de Atilio Bruni y Roberto Lambertucci; “No me digas que no”, de Héctor Varela y Carlos Waiss, y “Te creía como todas” de Ángel Cabral. Su participación en una de las orquestas más populares de Buenos Aires le otorga popularidad, una virtud que a Lavié no le cuesta mucho conquistar. En 1959, se separa de Varela y funda su propio grupo con ese otro gran cantor de Varela que fue Rodolfo Lezica. Ese mismo año es convocado por el maestro Atilio Stamponi y graba para el sello Phillips.
O sea que al momento de iniciarse los años sesenta, Lavié es un típico cantor de tangos, una verdadera promesa para el género en un momento en que el tango está en crisis. Sin embargo, por motivos económicos o apuestas profesionales o lo que sea, se deja seducir por las promesas generosas del director de la compañía discográfica Víctor, el ecuatoriano Ricardo Mejía, y se suma a ese éxito taquillero, aunque breve, que fue el Club del Clan. Si antes sus pares habían sido Lezica, Laborde,Varela o Stampni, ahora lo serán Palito Ortega, Johny Tedesco, Violeta Rivas, Nicky Jones y Chico Novarro. Durante ese período, sus aportes para el tango fueron nulos, pero hay buenas razones para sospechar que económicamente no le fue mal. Grabó, filmó películas olvidables pero rentables y conquistó los estudios de la televisión de entonces. La imagen que se vendía de él en esos años seguía siendo la de un negro simpático y buenazo, un negro de barrio, educado y feliz, decidido a cantar el “Arroz con leche” si se lo pedían. Para esos años, iniciará su prolongada relación sentimental con Lidia Satragno, la popular Pinky, uno de los mitos de la televisión de entonces.



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ANA LUISA PELUFFO...
UNA SEÑORA PRINCESA
Por Alberto Rasore

Allá por 1957, Mario Bustos, flamante incorporación junto a Jorge Valdez en la orquesta de Juan D’Arienzo, lograba un singular éxito con su interpretación del vals “Señora Princesa”. El tema, una creación del pianista Atilio Bruni, autor también de diversas obras como los tangos “Cuatro compases”, “Gime el viento”, “Final”, el vals “María celosa” y el bolero “Ansiedad” entre otras, tuvo su propia orquesta, con la cual en 1944 acompañara a Roberto Rufino, cuando “El Nene” dejara la típica de Carlos Di Sarli, para iniciarse como cantor solista por Radio Belgrano y que secundara dos años más tarde a Hugo Del Carril en algunas grabaciones realizadas en México, como “Adiós Pampa mía”, “El día que me quieras”, “La cumparsita” y “Una lágrima tuya”, entre otras. Estando precisamente en México, es cuando conoció a la actriz Ana Luisa Peluffo, dedicándole su vals “Señora Princesa”, con versos de Roberto Lambertucci. Por ese entonces ella ya estaba casada y de ahí el título del tema.
La Revista “Cantando”, en su número 23, del 10 de septiembre de 1957, dedica una página homenaje a la actriz mexicana, con motivo de encontrarse filmando en nuestro país, con una foto suya bailando un tango con el actor azteca Ramón Gay, junto a la letra del vals y las fotos de sus autores, tal como puede verse en la imagen siguiente

Al momento que Atilio Bruni le dedicara su canción, Ana Luisa Peluffo filmaba dos películas en Argentina, “Socios para la aventura”, junto a Alberto de Mendoza, Cuco Sánchez, Nelly Beltrán y Antonio Prieto y “La venenosa”, con Jorge Salcedo, siendo ambos filmes dirigidos por Miguel Morayta, con la actuación del mencionado Ramón Gay. Posteriormente, en 1962, regresaría para filmar “Bajo un mismo rostro”, película dirigida por Daniel Tinayre, con la participación de las hermanas Mirtha y Silvia Legrand, Jorge Mistral, Mecha Ortiz y Noemí Laserre.

BUSCANDO A LA SEÑORA PRINCESA
Ana Luisa Peluffo, nació en Querétaro, México, el 9 de octubre de 1929, siendo su nombre completo Ana Luisa de Jesús Quintana Paz Peluffo, hija de Luis Quintana y Ana María Paz.
Inició su carrera artística en 1948, como extra en la película “Tarzán y las sirenas”, protagonizada por Johnny Weismuller, comenzando así una dilatada carrera cinematográfica participando en cerca de 180 películas, presentándose en su madurez en la televisión y el teatro. En 1974 obtuvo el premio “Diosa de Plata”, por su actuación en “La venida del rey Olmos” y en 1996 lo volvió a alcanzar por su trayectoria.

“Ana Luisa Peluffo acepta que posar sin ropa para la película La Diana cazadora, la convirtió en pionera de los escándalos en la década de los 50”. Bajo este título se publicó una entrevista a la actriz en “El Universal”, del 10 de julio de 2006. “Sí, fui pionera de los escándalos”. “Una revista sudamericana publicó mi fotografía con un titular que decía Miss Escándalo y una nota titulada Peluffo es sinónimo de escándalo y la verdad, mi vida tuvo en un tiempo gran alboroto a causa de los galanes que me acechaban, además los fotógrafos nos tomaban gráficas que escandalizaban”.
Sigue diciendo la actriz: “Llegué a sostener una relación amorosa con Vittorio Gassman y tuve propuestas amorosas de varios políticos no sólo en México sino también en otros países como Argentina e Italia, pero todo es parte del mundo del espectáculo”. “Reconozco ser una pionera del escándalo artístico, pero eso sí sin caer en lo burdo lo morboso y menos en lo ofensivo”. “Mi desnudo fílmico levantó ámpula entre la sociedad de los 50 pero no fue para tanto. Posé desnuda pero sin moverme. Todos sabemos que los artistas plásticos siempre requieren modelos”. “Hoy lo presentado en la película resulta juego de niños”.

Álvaro Cueva por su parte escribió en la publicación mexicana “Somos”, del 10 de enero de 2001, una nota titulada: “Ana Luisa Peluffo: Pasaporte a la inmortalidad”. Siendo un artículo extenso, extraigo parte del mismo. “La carrera televisiva de Ana Luisa Peluffo ha tenido mucho de ella, ha sido una trayectoria firme, llamativa y sin pudores, caracterizada más por las actuaciones especiales y los grandes personajes, que por las apariciones de relleno. Al igual que le ocurrió a muchas de las grandes leyendas del cine mexicano, su trabajo fue absorbido con avidez por la televisión nacional, necesitada siempre de figuras de renombre para apoyar a sus fugaces estrellas. Gracias a la televisión, varias generaciones conocieron a una Ana Luisa Peluffo a la que difícilmente hubieran tenido acceso por otros medios.

Gracias a la televisión, esta diosa de la belleza y la seducción está siendo amada y adorada por los hijos y los nietos de quienes la conocieron en otros tiempos audaz y provocadora. Los productores mexicanos supieron aprovechar la imagen cinematográfica de Ana Luisa para hacerla brillar por encima de otras mujeres maduras, que inmediatamente se querían encasillar como ancianitas decadentes. Sus personajes siempre han sido de señora distinguida llena de vida de color y ¿por qué no decirlo? de seducción, esa misma seducción que la llevó a conquistar los ojos de los hombres en otros años garantizando su paso a la inmortalidad, robándole el corazón a los jóvenes de una época a los hombres maduros de otra y a los niños de ahora.
La carrera televisiva de Ana Luisa Peluffo ha tenido mucho de ella ha sido una trayectoria firme llamativa y sin pudores, una carrera que todavía tiene mucho que contar”.


SU PADRE TRABAJÓ CON GARDEL
Volviendo a la nota de la Revista “Cantando”, se lee que “Ana Luisa Peluffo, se siente ligada a nuestra patria por afectivos vínculos ya que su padre actuó con Carlos Gardel en varias películas”. Efectivamente el actor uruguayo Manuel Peluffo trabajó con Gardel en sus cinco intervenciones cinematográficas en Estados Unidos, “Cuesta abajo”, “El tango en Broadway”, “The big broadcast of 1936”, “El día que me quieras” y “Tango Bar”, con lo cual obtuvo un record de participaciones, imposible ya de superar, aventajando a Vicente Padula, Jaime Devesa y Suzanne Dulier con cuatro actuaciones cada uno.

Manuel Peluffo prosiguió su carrera como actor de reparto en el país del norte, filmando cinco películas entre 1935 y 1937, como “Piernas de seda” con Rosita Moreno y Enrique De Rosas, y “Te quiero con locura” con este último. En 1945 lo encontramos en Venezuela, donde escribió y dirigió “Alma llanera”, realizando las mismas tareas en Brasil, en 1952 con la película “Mi destino es pecar”.
Cabe aclarar que el padre biológico de la actriz se llamaba Luis Quintana y que Manuel

Peluffo fue su padrastro, tal cual ella misma recordara en el artículo de “El Universal”, antes citado, al referirse a su primer esposo: “Lo conocí en Brasil, en un viaje en compañía de mi madre y mi padrastro, del que tomé el apellido Peluffo”. Cuanto cariño habrá sentido por su padrastro, como para adoptar su apellido y ser así conocida.

LA VIGENCIA DE “SEÑORA PRINCESA”
A las cuatro grabaciones que menciona la Revista “Cantando”, D’Arienzo con su cantor Mario Bustos, Raúl Lavié, en su debut en el disco con la orquesta de Héctor Varela, el chileno Antonio Prieto y el popular cantor mexicano Miguel Aceves Mejía, el vals fue vuelto a grabar por el puertorriqueño Danny Rivera en 1971, que de paso sea dicho, en 1988, grabó un LP titulado “El día que me quieras”, con temas como “A media luz”, “Amores de estudiante”, “Caminito”, “Cuesta abajo”, “La cumparsita”, “Nostalgias”, “Para cantarle al amor”, “Rosa de otoño”, “Sí soy así”, “Uno” y “Yira, yira”, entre otros.

En 2004 se presenta en el “VIII Festival Internacional de la Canción TV Mundo”, celebrado en Acapulco, María Rosa Tarditti, argentina, nacida en Quilmes, obteniendo el primer premio en la categoría “Revelación letra y canto”, con el tema de su autoría, “Sin poder”.
Al año siguiente regresa a México para participar en una nueva edición del festival, realizando presentaciones durante tres meses en la radio y televisión de dicho país y conoce y traba amistad con Ana Luisa Peluffo, quien la recibe en su casa y le ofrece el vals “Señora Princesa”, para que lo grabe.

Hasta el presente Maria Rosa no ha tenido oportunidad de realizar la grabación, aunque esperemos que pueda concretarla y ser la primera mujer que así lo haga.

Diana Cazadora




Alberto Rasore, Abril de 2007

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