Hiroshima - John Hersey y The New Yorker

Tras una portada relajada, de verano que bien pudo tratarse de un domingo cualquiera en un parque, la publicación lanzó una edición histórica. Un crudo relato a un año del lanzamiento de la bomba atómica sobre la ciudad japonesa de Hiroshima. Se agotó rápidamente y tuvo un enorme impacto en el público. Un año más tarde se lanzaría en forma de libro y se reedita hasta la fecha este trabajo que es considerado una importante referencia periodística lleva vendidos más de tres millones de ejemplares en lengua inglesa y más de un millón en español.
Ixx, 2024

Portada de The New Yorker. Agosto de 1946. 

A los lectores de New Yorker 

TO OUR READERS The New Yorker this week devotes its entire editorial space to an article on the almost complete obliteration of a city by one atomic bomb, and what happened to the people of that city. It does so in the conviction that few of us have yet comprehended the all but incredible destructive power of this weapon, and that everyone might well take time to consider the terrible implications of its use. The Editors.

The notice with which The New Yorker prefaced the special issue containing “Hiroshima”

John Hersey’s “Hiroshima” was initially published in the August 31, 1946 issue of The New Yorker. In a number of respects, the publication was unprecedented for the magazine, and it created a local and national sensation.

A NUESTROS LECTORES Esta semana, The New Yorker dedica todo su espacio editorial a un artículo sobre la destrucción casi total de una ciudad por una bomba atómica y lo que le ocurrió a sus habitantes. Lo hace con la convicción de que pocos de nosotros hemos comprendido aún el increíble poder destructivo de esta arma y de que todo el mundo debería tomarse un tiempo para considerar las terribles implicaciones de su uso. Los editores.

El anuncio con el que The New Yorker prologó el número especial que contenía “Hiroshima”

El artículo “Hiroshima” de John Hersey se publicó inicialmente en el número del 31 de agosto de 1946 de The New Yorker. En varios aspectos, la publicación no tuvo precedentes para la revista y causó sensación a nivel local y nacional.

 


https://chum338.blogs.wesleyan.edu/2011/02/15/the-hiroshima-new-yorker/



La historia de la publicación 

A finales de 1945, una vez concluida la guerra, Hersey viajó a China y Japón en busca de crónicas para Life y The New Yorker. Antes de embarcarse, se sentó con el editor jefe William Shawn, que le sugirió que escribiese sobre la vida de aquellos que habían sobrevivido a las bombas atómicas lanzadas por Estados Unidos sobre Hiroshima y Nagasaki el 6 y 9 de agosto. 
Seis semanas después, Hersey ya había convertido sus numerosas notas y transcripciones en un artículo de ciento cincuenta páginas (treinta mil palabras) con el título ‘Some Events at Hiroshima’. La idea inicial era presentar la crónica en cuatro números consecutivos de la revista, pero aquello presentaba un problema de continuidad. Un lector que no hubiese leído la primera entrega necesitaría una sinopsis, mientras que alguien que ya la hubiese leído se aburriría con tanta recapitulación. Shawn sugirió presentar toda la crónica de golpe y en una sola entrega, una decisión sin precedentes en la revista. El redactor jefe, Harold Ross, tenía sus dudas acerca de aquella opción tan radical; después de todo, los lectores de The New Yorker se habían acostumbrado a esa mezcla entre lo serio y lo ligero, ¿podrían prescindir de las viñetas a cambio de un largo y deprimente análisis sobre la insondable tragedia humana? Ross le estuvo dando vueltas al asunto durante una semana, hasta que echó un vistazo al primer número de la revista, en el que se afirmaba lo siguiente: “The New Yorker comienza con una seria declaración de intenciones”. Estaba todo dicho, la revista publicaría la crónica en una sola entrega y excluiría lo demás. Pero antes Ross realizó cambios en el texto con el fin de conseguir el máximo impacto emocional.





El número de agosto de 1946

Ana Delgado @delgadobarragan
El número de agosto de 1946 de la revista New Yorker cambió la historia. John Hersey (1914-1993) publicó el reportaje que llevaba por nombre Hiroshima, un año después de la explosión de la bomba atómica en la ciudad japonesa el periodista aportó un nuevo punto de vista: el de las personas. El número de agosto del 46 sólo contenía el reportaje de Hersey y la programación teatral.

Hersey encontró a una oficinista, un médico, una viuda a cargo de tres niños pequeños, un misionero alemán, un joven cirujano y un pastor metodista. Seis supervivientes dispuestos a contar su historia, la de la bomba que mató a más de 100.000 personas. Durante tres semanas el periodista estuvo en la ciudad japonesa y el resultado fue un reportaje que situaba en primer plano las siguientes horas del ataque y narraba lo que los supervivientes estaban haciendo en ese momento: leer, estar en la cocina, hablar con el compañero que se sienta al lado en la oficina…

Personas y papel 
La crónica se gestó en el despacho del entonces director de la revista New Yorker, William Shawn. Las informaciones que llegaban sobre la bomba atómica y sus consecuencias hablaban de números y datos, pero nadie había escrito sobre aquellos que la vivieron y tuvieron la suerte de sobrevivir. Shawn se puso en contacto con Hersey, entonces corresponsal en Oriente para Time.

“Una de las cosas más llamativas del reportaje es que cuando Hersey lo escribió tenía 32 años. Estaba más cerca de ser alumno que periodista reputado. Diez años después de acabar la carrera escribe el mejor reportaje que se ha publicado en inglés”, afirma Marrodán. “Tiene circunstancias biográficas que lo ayudan, él se manejaba muy bien en la zona, había nacido en China porque sus padres eran misioneros… pero lo escribe con herramientas que están a disposición de todos: personas y papel”.

Las informaciones que llegaban sobre la bomba atómica y sus consecuencias hablaban de números y datos, pero nadie había escrito sobre aquellos que la vivieron y tuvieron la suerte de sobrevivir

Un mes y medio después de que se publicase el reportaje ya se había convertido en un libro. Hoy, 70 años más tarde, el reportaje sigue siendo una guía para el periodismo y un documento histórico.





ADENDA:
Revisión del libro.
Durante 1985 John Hersey regresó a Hiroshima, donde reportó y escribió Hiroshima: The Aftermath, un seguimiento a su historia original. The New Yorker publicó la actualización de Hersey en su edición del 15 de julio de 1985, y el artículo fue posteriormente añadido a una nuevamente revisada edición del libro. "Lo que ha mantenido seguro al mundo de la bomba desde 1945 no ha sido la disuasión, en el sentido del miedo a armas específicas, tanto como lo ha sido la memoria", escribió Hersey. "La memoria de lo que sucedió en Hiroshima".
(John Hersey en Wikipedia)


Más:

Seventy years ago, this magazine devoted its entire August 31st issue to an article by John Hersey titled “Hiroshima.” It became a landmark in journalism, in publishing, and in humanity’s awareness of itself and its own awful potential. It detailed the lives of six people who had survived the American atomic attack on the Japanese city, which had taken place a year earlier. Much reporting had been done in the aftermath of the bombing, most of which was technical or philosophical, focussing on the power of the weapon or on the wisdom of using it. In choosing instead to report on individual victims, to follow the unfolding of their lives in minute detail from the moment the bomb fell and as they struggled to exist through the ensuing weeks, Hersey did something altogether different. He bore witness.
(...)
The issue of the magazine sold out at newsstands. The thirty-one-thousand-word article was read over the radio; parts of it were excerpted in newspapers; three million copies of it were sold in book form. It has been in print ever since.
(...)
The structure of “Hiroshima” was one of the things that resonated with readers. Its use of fictional devices, such as building to a suspenseful moment with one character and then switching to another, was radical at the time, and made it a precursor to the New Journalism of the nineteen-sixties and seventies. Hersey himself said that the profundity of the nuclear attack, and his consequent need to try to convey the reality of it to readers, forced him outside of journalistic conventions. With journalism, Hersey once said, the reader is always conscious of “the person who’s writing it and explaining to you what’s taken place.” He said he wanted to have “the reader directly confronted by the characters,” so he tried to write the piece in such a way that, as he put it, “my mediation would, ideally, disappear.”
[...]

John Hersey, the Writer Who Let “Hiroshima” Speak for Itself

La estructura de “Hiroshima” fue una de las cosas que más resonó entre los lectores. Su uso de recursos ficticios, como crear un momento de suspenso con un personaje y luego cambiar a otro, fue radical en su momento y lo convirtió en un precursor del Nuevo Periodismo de los años sesenta y setenta. El propio Hersey dijo que la profundidad del ataque nuclear y su consiguiente necesidad de tratar de transmitir la realidad del mismo a los lectores lo obligaron a salirse de las convenciones periodísticas. En el periodismo, dijo Hersey una vez, el lector siempre es consciente de “la persona que lo escribe y le explica lo que sucedió”. Dijo que quería que “el lector se enfrentara directamente a los personajes”, por lo que trató de escribir el artículo de tal manera que, como él mismo dijo, “mi mediación, idealmente, desaparecería”.


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