Abrevaya - Ud está en peligro!

Usted está en peligro


Hola. Quiero decirle que usted está en peligro. No se asuste ni se tranquilice. Mejor, disimule mirando estas líneas. Le cuento que yo también estoy en peligro. Por eso, mientras tanto, lo invito con el corazón en la boca a hacer el esfuerzo de leer esto.
En este libro, en su espíritu y ojalá que en su mensaje explícito, está la intención de compartir una conciencia sobre un hecho trascendental: de los medios de difusión masiva depende nuestra vida. Usted, yo, nuestros hijos, las cosas que queremos, su futuro, su triunfo, su frustración o su muerte están a merced de lo que pase en y con los medios de difusión. Si esto le parece exagerado, su sensación no sería otra cosa que una prueba más de hasta qué punto los propios medios nos han alejado del conocimiento de las claves de nuestra existencia en beneficio de intereses terribles. Hoy, menospreciar la tremenda importancia,el impresionante poder de los medios de difusión, es una ignorancia que cuesta fortunas en vidas humanas. Cualquiera sea su posición ideológica, ya no sólo lo invito cariñosamente a leerme, le ruego por lo que más quiera que comience a interesarse por la situación aparentemente "normal" de las comunicaciones con las que convivimos rutinariamente. Piense en sus desequilibrios emocionales, en sus angustias, en su sensación de inestabilidad e inseguridad, por ejemplo, y fíjese si no están en gran medida ligadas a lo que recibe o deja de recibir de esa realidad que le cuentan estos medios. Si aún no lo descubre, no desespere por esto. Trataré de ser más explícito sobre una serie de ocultismos y sutilezas en un montón de páginas más. Para recorrer ese camino es que le pido un pequeño sacrificio voluntario. Si sobrevivimos habremos atravesado varios momentos cruciales y usted estará más cerca de una civilización más humana. Al fin, sólo quiero contarle por qué conviene salir de este lugar lleno de acechanzas, probadamente cruel, para correr el riesgo menor de escapar de una condena injusta, a muerte, en una cárcel laberíntica de hábitos férreos como barrotes, con guardianes indiscutibles. Quiero decirle que hay salida. Más de una. Acaso una y después otra y otra más. La primera es querer salir.

Carlos Abrevaya, Medios locos, 1987.

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