Paul Auster - El país de las últimas cosas (memorias)
"Ya ves a lo que te expones aquí. No sólo desaparecen las cosas, sino que cuando lo hacen, el recuerdo de ellas también se desvanece. Surgen zonas oscuras en la mente, y a menos que uno haga el esfuerzo constante de computar las cosas que ya no están, acabará perdiéndolas para siempre. Yo no soy más inmune que los demás ante esta enfermedad y sin duda tengo muchas de estas zonas en blanco. Después de todo, la memoria no es un acto voluntario, es algo que ocurre a pesar de uno mismo, y cuando todo cambia permanentemente, es inevitable que la mente falle, que los recuerdos se escapen. A veces, cuando me sorprendo a mí misma buscando a tientas una idea que se me escabulle, vuelvo mis pensamientos a los viejos tiempos en casa, recordando cómo eran las cosas cuando yo era pequeña y nos íbamos de vacaciones en tren hacia el norte con toda la familia. Mi hermano mayor, William, siempre me dejaba el asiento de la ventanilla, y yo casi nunca hablaba con nadie, viajaba con la cara pegada al cristal mirando el paisaje, escrudiñando el cielo, los árboles y el agua mientras el tren se apresuraba a través de la espesura. Todo me parecía tan hermoso, tanto más hermoso que las cosas de la ciudad, que cada año me repetía a mí misma: «Anna, nunca viste algo tan bonito como esto, intenta recordarlo, intenta memorizar todas las cosas maravillosas que estás viendo y de este modo siempre estarán contigo, incluso cuando ya no puedas verlas». Creo que nunca miré el mundo con tanta atención, como en aquellos viajes en tren hacia el norte. Quería que todo me perteneciera, que toda la belleza pasara a formar parte de mí misma, y recuerdo cómo me afanaba en recordarlo, intentando guardarlo para más adelante, atraparlo para cuando realmente lo necesitara. Pero lo curioso es que nada de aquello se quedó conmigo, lo he intentado con todas mis fuerzas, pero de un modo u otro siempre acabo perdiéndolo, y al final todo lo que recuerdo son mis esfuerzos por recordarlo. Las cosas pasaban demasiado rápido, y cuando lograba verlas, ya estaban esfumándose de mi mente, reemplazadas por otras que desaparecían antes de que pudiera verlas. Todo lo que me queda es una neblina, una resplandeciente y maravillosa neblina; pero los árboles, el cielo y el agua, todo aquello se ha desvanecido. Nunca estuvo allí, ni siquiera antes de que me perteneciera."
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