Jazz - Art Tatum y Stravinsky
Art Tatum, el toledano que era el rey del piano jazz
Art Tatum era casi paisano del actor Clark Gable, el primero nació en Toledo y el segundo en Cádiz, eso sí, en las ciudades de ese nombre del Estado de Ohio (EEUU), lugar en el que no se sabe por qué misteriosa razón (Ohio está lejos de la zona de influencia hispana) tienen fijación con poner nombres de inspiración española a sus poblaciones.
Art Tatum es muy posiblemente el mejor pianista de la historia del jazz. Es más, el pianista Vladimir Horowitz, el mejor para muchos de los pianistas clásicos, dijo en una ocasión que le vio tocar, que si Tatum se dedicara a tocar piezas de Mozart o Beethoven, él lo dejaría al día siguiente. El toledano, como aquellos, era un verdadero niño prodigio, capaz de tocar directamente al piano cualquier melodía que escuchara, poseedor sin duda de un oído fuera de la común con el que era capaz de percibir la más mínima variación en la afinación de un piano.
Hay que recordar que Art Tatum era prácticamente ciego. Sufría de cataratas desde su juventud y fue operado de la vista en trece ocasiones. Estas operaciones le devolvieron temporalmente la vista en uno de sus ojos pero tuvo la mala suerte de recibir un fuerte golpe en la cabeza que tiro por tierra todo lo conseguido con las intervenciones y quedó ciego casi totalmente.
No era extraño que sus amigos, cuando iban a tocar de forma informal a alguna taberna lo sentaran en algún piano al que le faltaban teclas. Tatum sabedor ya de que esto podía ocurrir con sus bromistas compañeros, repasaba con el tacto el teclado del piano, sin tocar nada y memorizaba las teclas que faltaban o las que iban mal, después de lo cual empezaba a tocar de forma maravillosa, evitando sorprendentemente todas las teclas inexistentes o que con su sonido desafinado afearían su ejecución. Cuando empezaba a tocar en serio, ni Fats Waller, otro genio del piano-jazz hubiera deducido que aquel piano era una basura.
Su agilidad frente al piano era legendaria. Heredero de la tradición "stride" y a la vez de las innovaciones introducidas por Earl Hines, conseguía dar la misma importancia a sus dos manos, lo que le permitía hacer verdaderas diabluras con el ritmo, el tempo y marcarse unos "prestissimos" impresionantes. No fueron pocos los grandes músicos que decían que al oírle parecía que tocaban cuatro manos en vez de dos. Por ejemplo el sensacional violinista Stephane Grapelli (acompaño mucho a Django Reinhardt) comento en cierta ocasión: "En los años treinta, yo estaba trabajando en Le Touquet. Un día, pensé que estaba escuchando a dos pianistas tocando Tiger Rag. Corrí a la cabina para averiguar quiénes estaban tocando. El encargado miró la etiqueta en el disco y dijo: "Tiene usted razón, hay dos pianistas: Art y Tintín". De regreso a París, fui a una tienda de discos y me enteré de que Tiger Rag había sido grabada por un pianista único. Su nombre era Art Tatum". Algo se cuenta también de una pieza que oyó Tatum de Grieg y que le encantó. Intentó reproducirla de memoria y el mismo decía que le había costado una barbaridad lograrlo. Tiempo después supo que era una pieza para cuatro manos.
Por otro lado el sensacional pianista de jazz Bill Evans escribió: "Un viejo amigo de Tatum una vez me dijo que la razón por la que Tatum desarrolló su increíble técnica y sus sólidos fundamentos con la mano izquierda es que él había dado forma a su estilo imitando a una pianola. Sólo que no se dio cuenta de que algunos de los rodillos perforados en realidad eran para dos pianistas, uno de ellos en el papel de la mano izquierda."
Para Cocteau, Art Tatum era "Un Chopin loco". Logró la admiración de todos, tanto de músicos clásicos como jazzistas. Todos estaban rendidos a su arte, personajes como Rubinstein, Gershwin o el grandioso Rachmaninov, quien mantenía que Tatum era el más grande intérprete de piano de cualquier estilo.
No faltó al coro de admiradores el sensacional compositor Igor Stravinsky. En cierta ocasión acudió a uno de sus conciertos para conocer a ese pianista ciego del que todos hablaban maravillas; después de verlo no solo se quedó sobrecogido por su calidad técnica y recursos, sino que incluso se atrevió a pedirle ayuda para terminar una pieza que le estaba dando más quebraderos de cabeza de los que desearía. Stravinsky pretendía enlazar dos fragmentos de su endiablada música para piano, compuestos por separado y con unos acordes ciertamente inusuales; problema musical ante el que se encontraba penosamente atascado y sin que las musas le susurraran al oído la más mínima idea para darle una solución elegante. Le pidió permiso a Tatum y se sentó al piano en el que le tocó las dos piezas rebeldes. Tatum escuchaba con atención y cuando Stravinsky terminó quedó un tiempo en silencio, meditando, rumiando, machihembrando notas en su portentosa cabeza. Solo había escuchado las piezas una vez, piezas no olvidemos del complejo Stravinsky, y volviendo al mando de su piano, las reprodujo fielmente, nota por nota, las dos piezas, eso sí, añadiendo entre ambas una progresión armónica que elegantemente las hermanaba para siempre. Stravinsky no tuvo más remedio que reconocer la maestría absoluta de este pianista de jazz y hablaba de él siempre con fervor y admiración absolutas.
Otros pianistas como Fats Waller, sabían muy bien cuál era su verdadera valía cuando habían de compararse con el gran Tatum. Un día entró en un club donde Fats Waller estaba tocando. Waller se apartó del piano para hacer sitio a Tatum, anunciando "Señoras y señores, soy un buen pianista, pero esta noche Dios está aquí". Para Oscar Peterson, otro de los grandes del piano jazz, Tatum es el mejor instrumentista de jazz de todos los tiempos.
En cierta ocasión, según narran conocidos de Tatum, durante una actuación, una sofisticada dama le pidió a Tatum si podía tocar "algo de Bach". Si la anécdota es cierta, parece ser que Art Tatum habría estado improvisando sobre temas de J.S. Bach durante hora y media, tras lo cual la dama habría comentado algo así como "Debería aprender a mantener la boca cerrada".
No quiero perderme con referencias a su devenir profesional, pero para los curiosos que ahora quieran explorar sobre Tatum, os recomendaré sus celebres series "The Tatum solo Masterpieces" (Pablo, 1953-1955) y su no menos extraordinaria colección titulada: "The Tatum Group Masteripieces" (Pablo, 1954-1956), colección a la que pertenece el que posiblemente sea mi disco favorito de jazz, ese en el que Tatum hermanó su maestría al piano con la profunda sonoridad de el saxofonista Ben Webster. Un placer absoluto.
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