domingo, 15 de mayo de 2022

Haruki Murakami - El lugar que nos fue prometido

Ahora que he pasado unos días en Tokio se me reactivaron algunas imágenes mentales sobre el ataque con gas sarín ocurrido en el metro de esta ciudad a mediados de los noventa. Alguien lo ha mencionado de forma casual mientras viajábamos en la línea Shiyoda, camino a la estación en donde se encuentra el congreso japonés. Así funciona la memoria: hay cosas que vemos o escuchamos de forma accidental o aún ex profeso pero sin prestarle verdadera atención, que se guardan (sin nuestro concurso) en algún lugar y vuelven a la conciencia también de forma automática, y entonces nos suele sorprender que noles hayamos prestado la consideración que merecían en su momento. Aquí, el 20 de marzo de 1995, un pequeño de grupo de miembros de la secta Aum Shinrykio (Verdad Suprema) pincharon bolsas de plástico que contenían gas sarín en varias estaciones, matando a trece civiles (al menos la mitad trabajadores del metro)y causando graves lesiones a otros seiscientos.

EL LUGAR QUE NOS FUE PROMETIDO

July 16, 2014
El Universal

Fue así como vine a dar con un par de libros de Haruki Murakami en donde entrevista a las víctimas del ataque de gas (Underground) y a miembros y ex miembros de la secta religiosa Aum Shinrykio (El lugar que nos fue prometida). Este último es el que más me ha llamado la atención. Me interesan los límites de la conciencia humana; hasta qué punto un grupo de ciudadanos con buena formación y relativa buena fe pueden suspender su conciencia, obedecer sumisos las órdenes de un líder carismático e infligir a sus conciudadanos y a sí mismos un daño del que antes o después se hubiesen considerado incapaces.

Los miembros de Aum tienen una tendencia muy marcada a reflexionar sobre el sentido de la propia vida, una búsqueda que hace evidente espejo de un vacío interno. Suelen ser personas marginadas, por diferentes razones. Los clásicos temas exclusión familiar y maltratos están presentes, pero también esa suerte de soledad autocomplaciente y sensación de no-pertenencia, ese sentirse ajeno a los modos de vida y gustos de sus contemporáneos. Una combinación peligrosa: Una intensa inquietud existencial que convive con un sentimiento de aislamiento que te hace sentirte marginado.Todos pertenecen a la generación moratoria, que en Japón vienen a ser aquellos que no quieren crecer. Son hijos de padres que sufrieron la postguerra, pero crecieron en un ambiente de afluencia, se acostumbraron a vivir con esa afluencia y se sienten atemorizados ante la adultez. Tienen todos esa suerte de sentimiento de incapacidad de hacerse cargo de su propia vida y asumir su propio destino, una desesperanza que los hace presa fácil de vendedores de ilusiones y falsos profetas como Shoko Asahara. El propio líder de Aum padeció un glaucoma desde pequeño que le quitó la visión de uno de sus ojos y le nubló la del otro, por lo que fue señalado y marginado desde pequeño. Terminada la escuela, fue rechazado por la prestigiosa Universidad de Tokio, en donde recluta a quienes ascenderían rápidamente la ruta de la “iluminación” de Aumy se convertirían en sus lugartenientes.

Este grupo que se percibe desprovisto de la capacidad de decidir su propio destino, presa de una sensación de ahogo y fin de mundo, está ávido de alguien que las rescate de ese pozo oscuro en el que han crecido aislados y les indique qué hacer. “Eso hacía las cosas mucho más fáciles… te daban una orden y tu obedecías sin pensar… No había necesidad de pensar por ti mismo, o preocuparse por los detalles menores de cada acción,sólo haz lo que te ordenen … dado que las órdenes vienen de Shoko Asahara, un iluminado,puedes confiar en que han sido bien pensadas”.

Los temores y las motivaciones iniciales de este grupo de ciudadanos no lucen extraordinarios. Creo que es esa una de las contribuciones del compendio de entrevistas de Murakami: Son personas que andan por el mundo cargando un dolor y unos temores, y no suelen ser buenos en comunicar esos temores y ese dolor a los demás. No encuentran una forma de expresarse y se balancean constantemente entre el orgullo de ser mejores y el sentimiento de inferioridad por no ser capaces.

Aún después de ocurridos los ataques del metro de Tokio, los miembros de Aumse sienten incapaces de desmarcarse del culto. La mayoría señala a Shoko Asahara como el culpable, y se aferra al grupo buscando alguna forma de rebautizarlo y conservar aquello que los ha sostenido. Dado que la alienación del yo ante la presencia y órdenes del ser iluminado eran componentes esenciales de su sentido de bienestar, esta meta luce cuando menos difícil. En cualquier caso, la exclusión y la retaliación de que son todos víctimas cuando intentan volver “allá afuera”; cuando buscan trabajo, cuando intentan montar un negocio o alquilar un apartamento, es un elemento centrífugo que los mantiene unidos en el esfuerzo por reinventar Aum. Concluye Murakami en el ensayo de cierre: Podríanser yo, y yo podría ser ellos.

Disponible en:
http://www.eluniversal.com/opinion/140716/el-lugar…

Miguel Ángel Santos
http://miguelangelsantos.net/el-lugar-que-nos-fue-prometido/

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