Haruki Murakami - La caza del carnero salvaje (II)
Un joven publicista ha publicado, en una de sus campañas, una fotografía, aparentemente anodina, que lo ha puesto en la mira de un influyente grupo industrial. Y es que en la fotografía aparece un rebaño de ovejas y carneros en un prado, pero uno de esos carneros tiene un poder muy especial. La monótona y en absoluto extraordinaria vida del joven, fumador empedernido y recién divorciado, da una insospechada vuelta de tuerca, pues debe embarcarse en una extraña búsqueda: tendrá que viajar al norte de Japón para encontrar a toda costa a ese peculiar carnero, pues le va en ello la vida. Si a esa línea argumental se le añaden una misteriosa joven con unas orejas exquisitas, un amigo huido (el entrañable «el Rata»), un político conservador, un profesor obsesionado con los ovinos y un maniaco-depresivo disfrazado de chivo (el Hombre Carnero)...
Reseña de la novela ‘La caza del carnero salvaje’, de Haruki Murakami
La caza del carnero salvaje (Editorial Anagrama, 2006, pero también publicada por Tusquets) es uno de los primeros libros publicados por Haruki Murakami (año 1982 en Japón) y es una historia que mezcla el mundo de la publicidad, la novela negra/policial, la novela política y el realismo mágico que le caracterizará a lo largo de los años. Una organización secretar que alarga sus tentáculos por todos los estratos de la sociedad le amenaza, por medio de su secretario, por haber publicado esa foto. En ella, aparece un paisaje montañoso de Japón y un grupo de carneros entre los que hay uno que no existe y no debería aparecer en la imagen.
El secretario de la organización (el jefe, un hombre asociado a la extrema derecha japonesa, está enfermo), le dice que tiene un tiempo limitado para encontrar al carnero y hacérselo saber. Por extraño que parezca, ese carnero es imposible que aparezca retratado, no pertenece a ninguna de las razas de carneros habituales en Japón. Desde ese momento, el protagonista, anónimo (él mismo le dice a la modelo, prostituta ocasiones y correctora tipográfica, que no necesita saber los nombres de las personas), como es muy habitual en las novelas de Haruki Murakami, se ve obligado a llevar a cabo su misión.
Para ello, decide abandonar la agencia de publicidad, despedirse quizás para siempre del bar de Yei (un hombre de origen chino y cuyo bar, aunque traslade su sede, es el verdadero hogar el protagonista de La caza del carnero salvaje) y salir en busca de su amigo el Ratón. Sus pasos en lo que parece una misión imposible, le llevará a Hokkaido y a alojarse, por decisión de su amiga la modelo, en el Hotel del Delfín (al que volveremos en la novela Baila, baila, baila). Allí conocerá a un hombre llamado el profesor Ovino, quien le dirá dónde podrá encontrar el paisaje de la fotografía. El publicista, acompañado de la mujer, irá hasta allí en busca del carnero salvaje, de quien depende su futuro.
La caza del carnero salvaje de Haruki Murakami es una novela sobre el poder, sobre cómo a los hombres poderosos se les mete dentro del cuerpo algo extraño, un espíritu de ambición por el poder, por llamarlo de alguna manera. El joven publicista, un hombre solitario (como son los/as protagonistas de los libros de Murakami), vivirá una aventura en la que conocerá la historia del pueblo de los Junitaki, cuyo origen está en unos aldeanos que se fueron lo más al norte de Japón que pudieron huyendo de las deudas. Y todo le llevará a descubrir la verdad de ese extraño carnero, la verdad sobre su amigo el Ratón y a conocer a un ser extraño, el hombre carnero.
La narrativa de la novela es perfecta, aunque no sea una novela de lectura demasiado rápida o ágil. Es una novela reposada, corta (menos de 400 páginas, muy alejada de los tres libros y más de mil páginas que componen 1Q84 o los dos tomos de La muerte del comendador). En esta novela, de las primeras que publicó, Murakami enlaza con hilos invisibles (no tanto cuando se van leyendo más novelas suyas) con otros de sus libros. Su universo literario va tomando forma con el paso de los años, en él el tiempo no se para como en la casa de montaña a la que va a parar el publicista, en la que cuando las pesas de un reloj caen al paso de una semana, el tiempo muere.
Haruki Murakami despliega en La caza del carnero salvaje cómo los designios de las personas parecen marcados sin que podamos hacer nada, como si fuéramos marionetas de un poder mucho más grande que nosotros mismos. El publicista, con la modelo de extrañas orejas que le confieren el poder de presentir o ver el futuro, nos habla en primera persona de cómo debe rendirse a las órdenes que le dan, aunque muestra un carácter rebelde.
Especialmente divertido y opuesto a la seriedad de la búsqueda del carnero, el poder invisible de esta extraña organización (¿será el Sistema de la novela El fin del mundo y un despiadado País de las Maravillas?) es cuando el narrador obliga al secretario de la organización a hacerse cargo de su gato y le indica todo lo que debe hacer para que el animal esté sano y sobreviva en su ausencia. Un humor muy sutil, nada extravagante, acorde quizás con la timidez del autor, amante de la música moderna, del jazz o de la música clásica, tantas veces protagonistas de sus novelas y también en esta.
Porque La caza del carnero salvaje, con una narración exquisita, abre las puertas a lo que veremos en otros tantos libros de Murakami en las décadas posteriores (aunque no haya sido la primera novela de la que he escrito una reseña). ¿Qué tiene de especial esta novela? Que con ella Murakami comenzó a ser conocido en todo el mundo y con el paso de los años ha llegado a encumbrarse como uno de los escritores japones más reconocidos y afamados del mundo, siempre candidato y merecedor, para sus seguidores, del Premio Nobel de Literatura. No tanto para los que consideran que sus libros son repetitivos y que no son para tanto (estos se equivocan, la verdad).
El narrador en primer persona, anónimo (no necesita nombre realmente, la historia seguramente hasta no tendría más interés si él o si su amiga/novia la modelo de orejas irresistibles lo tuviera), se enfrenta a la soledad, a un socio borracho y a una rara historia de carneros que no existen y una extraña organización que rige todo el poder de Japón con sus tentáculos. Un tipo de trama que nos lleva a pensar inmediatamente en El fin del mundo y un despiadado País de las Maravillas, pero también en la organización sectaria de 1Q84.
Homenaje también a Lewis Carroll y a Stephen King (el lector lo descubrirá con la relación que tendrá el publicista con los espejos de la casa de la montaña, lo que nos lleva a unir La caza del carnero salvaje con el homenaje a Alicia en el País de las Maravillas que el autor japonés hace en La muerte del comendador), Murakami sorprende y enamora con esta novela a partes iguales. Y, por qué no, también podemos pensar en la caza de la ballena en Moby Dick de Herman Melville, sólo que el capitán Ajak aquí lo representa el exageradamente elegante y misterioso secretario de la organización.
En definitiva, la novela La caza del carnero salvaje (parte de la trilogía que empieza con Escucha la canción del viento- Pinball y que termina con Baila, baila, baila) es una novela muy buena que nos lleva a mundos solitarios, a relaciones de familia tóxicas (como la del gerente del Hotel del Delfín con su padre, el profesor Ovino), a conocer sólo la punta del iceberg de la invisibilidad de los poderes políticos, económicos y sociales. Es una novela mágica, de misterio, sobre la soledad y las amistades imposibles, sobre los destinos ya sellados, sobre los hilos rojos que van con los hilos rojos y los hilos verdes que van con los hilos verdes. Sobre cómo la barra de un bar es, para algunas personas, su verdadero hogar, por encima de una casa, una esposa o un socio de trabajo.
https://www.jesusdematiasbatalla.com/resena-novela-la-caza-del-carnero-salvaje-haruki-murakami/
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LA CAZA DEL CARNERO SALVAJE
Año de publicación: 1982
Haruki Murakami
Cuesta comentar este libro de Murakami. Mientras avanzaba en la lectura la primera impresión que tuve fue de un gran desconcierto por algunos diálogos que, además de inverosímiles, parecían sobrar o no llevar a ningún parte. Para colmo, luego de terminar la novela, me quedé con una extraña sensación de desasosiego en la boca, como si hubiera presenciado un film en el que los personajes no son del todo creíbles o un guión que adolece de inconsistencias, en definitiva, una de falta de entendimiento.
El final, alerta spoiler, es cuanto menos desconcertante, pero bueno, qué novela de Murakami no tiene algo de eso.
Esta es su tercera obra, fue publicada en 1982 y con ella conquistó el prestigioso premio Noma para autores noveles. En cierto sentido podemos decir que con esta obra es con la que salta al estrellato.
LA CAZA DEL CARNERO es una novela independiente y auto conclusiva que puede leerse prescindiendo de sus obras anteriores. Hago esta referencia dado que acá se cierra la historia de este personaje sin nombre y su amigo El Rata, como así también de otro personaje, en este caso secundario como lo es Jay un chino que regentea un bar al que el personaje sin nombre acude en las novelas anteriores a beber y sacar conclusiones existencialistas.
LA CAZA DEL CARNERO SALVAJE si bien termina con el Rata, sigue hacia adelante con las aventuras de este joven publicista sin nombre que retorna unos años después a sus extrañas aventuras en lo que sería una secuela, BAILA, BAILA, BAILA.
Algunas características
Como está escrita en una época pre internet los personajes matan el tiempo limpiando la casa, bebiendo, escuchando discos o simplemente matando el tiempo es lugares destinados a ello. Esta es una característica de Murakami, todos sus personajes están inmersos en un universo que combina lo más profundo de la cultura japonesa dentro de un universo pop capitalista plagado de referencias a marcas y estilos de vida hipermoderno.
Así nos encontraremos con que los personajes consumen vinos o cervezas de determinadas marcas, escuchan discos de música de la época, visten a la moda occidental, en definitiva, consumen compulsivamente cultura capitalista occidental a la par que lo profundo del Japón aflora con determinados personajes que ofician como telón de fondo en la trama.
Trama
La trama es muy fiel al estilo Murakami, que comienza a despuntar acá. En esta novela podemos ver los cimientos sólidos de este estilo muy propio de lo que algunos llaman realismo mágico y otros directamente fantasía. Las cosas suceden (léase para cualquiera de sus novelas) en un mundo ordinario, mecánico y rutinario, sin embargo un hecho o acontecimiento misterioso e ilógico rompe con la paz de lo rutinario y sin darnos cuenta entramos en un mundo muy similar al nuestro pero con algunas pequeñas variantes, imperceptibles cambios de la realidad que son insostenibles en nuestro mundo.
Así veremos a un ignoto publicista, el narrador, que recibe una misteriosa carta (otro elemento pre internet) junto a una foto por parte de El Rata. La imagen es utilizada a pedido del amigo para una publicidad en una revista y este hecho desencadena un viaje a Hakkaido, una zona inhóspita del Japón para cazar al carnero salvaje, un carnero muy peculiar que es buscado por una organización cuasi secreta (otro de los tópicos de Murakami) y que le encomienda a tarea.
En la novela los personajes aparecen y desaparecen con absoluta normalidad, como la hermosa chica (otro tópico de Murakami) modelo de orejas y prostituta vip que le tiende una soga importante para su tarea. Así logra dar con el Dolphin Hotel para poder avanzar en la búsqueda hasta esa inhóspita zona montañosa del Japón profundo.
El viaje, que para nada es el viaje del héroe, termina con el encuentro de un fantasma, un hombre disfrazado de carnero como un osito de peluche tamaño humano, la ultraderecha presionando para que obtenga resultados rápidos, un chofer de limusinas que pone nombre a un gato y podría seguir con eventos inverosímiles que Murakami sabe ir incorporando finamente para que la suspensión de la credulidad por parte del lector sea completa. En mi caso recién al concluir el libro me puse a pensar en todos los eventos que hubieran hecho explotar una mente racional.
Es un pacto ficcional que el autor nunca rompe a través de la naturalización de lo maravilloso desde lo narrativo. Esa es su especialidad pero cómo lo maldije en la lectura. Es que los hechos más insólitos son contados con una absoluta naturalidad, como si se tratara de hechos corrientes, y por ende, exenta de mayores explicaciones. Así, al creernos lo que nos cuenta Murakami, establecemos ese sólido contrato ficcional. Es en definitiva una novela de fácil lectura pero de compleja interpretación.
Cultura pop
Una de las características de las novelas de Murakami es la amplia referencia a la cultura pop, sus objetos y productos, en particular la norteamericana, algo que los japoneses le suelen criticar pero que ha hecho que sus novelas sean en cierto sentido universales.
A cada paso que dan los personajes estos se la pasan consumiendo productos con marcas occidentales, consumen ropa de marca, viajan en avión, las drogas son las de occidente.
La música que oyen los personajes de sus novelas suele ser el rock de la época o jazz, aunque en muchas oportunidades, y como elemento importante para la trama, se ha volcado también por la música clásica.
Asimismo se la pasan cocinando o comiendo productos japoneses. Es a veces tan detallada la comida en sus novelas que podrían editarse libros con las recetas de las comidas que se preparan o compran los personajes de Murakami.
La conocí en el otoño de 1969. Entonces yo tenía veinte años y ella diecisiete. Cerca de la universidad había una pequeña cafetería donde solía citarme con mis amigos. No era nada del otro mundo, pero los asiduos sabíamos que allí escucharíamos rock duro mientras bebíamos un café indescriptiblemente malo.
Murakami ama el rock y el jazz y no evita colar esa música en sus obras. Así tenemos novelas con un sound track más que interesante. En el caso concreto de esta novela vamos a toparnos con lo más popular del rock pop occidental de los ´60 y los ´70. Téngase presente que esta obra está ambientada en el Japón de fines de los años ´70 del siglo pasado.
Por citar tenemos a Johnny Rivers, que fue un cantante y músico de rock de los 1960 y 1970 en EE. UU. Para algunos un genio que combinaba géneros antagónicos y para otros un tipo mediocre que se supo codear de buenos músicos. Lo cierto es que vendió más de 30 millones de discos. Supo influir a las generaciones posteriores en diversos ámbitos de la cultura popular al mezclar blues, folk y country en algo que se dio en llamar el White soul y luego el Go-Go Sound.
Mi amiga retiró las latas vacías de cerveza y los vasos, y puso agua en la tetera. Mientras el agua se calentaba, se fue a escuchar unas casetes a la habitación de al lado. Era una serie de temas cantados por Johnny Rivers: Midnight Special, seguido de Roll over Beethoven y Secret Agent Man. Cuando el agua hirvió, echó el café, mientras cantaba a una con la cinta Johnny B. Goode. Entretanto, yo leía el diario de la tarde. Era una escena de lo más familiar. De no ser por el dichoso carnero, me habría sentido la mar de feliz.
Hasta que se escuchó el característico chasquido del final de la cinta, permanecimos callados bebiendo café y masticando unas galletas.
Boz Scaggs
También encontramos a Boz Scaggs, que fue un músico y cantante norteamericano que tuvo su brillo entre los ´70 y ´80. Supo fusionar el jazz-rock con elementos del soul. Fue un cantante que supo combinar su voz seductora, la composición y la excelencia en la ejecución de la guitarra eléctrica. Tuvo una visión amplia de la música pasando del rock más duro al sonido de Filadelfia.
Yo bebía silenciosamente mi cerveza. Por los altavoces del techo se oía la última canción de los Boz Scaggs. La gramola había pasado a la historia. La clientela del bar estaba compuesta en su mayoría por parejas de universitarios, pulcramente vestidos, que bebían sorbo a sorbo sus cócteles o sus whiskys con soda, en un ambiente de notable corrección. No había clientes con aspecto de ir a desplomarse borrachos, ni reinaba ese agrio tumulto tan característico de los fines de semana. Seguramente, todos los presentes se irían a casa tan tranquilos, se pondrían el pijama, se limpiarían con cuidado los dientes y se irían a la cama. Nada que objetar, sin duda. La pulcritud es una virtud muy loable. En el mundo, al igual que en aquel bar, las cosas no son nunca como deberían ser.
También aparece Bill Withers, que fue un músico y cantautor estadounidense famoso en las décadas de 1970 y 1980. Icono del soul, y el funk, nunca olvidó sus humildes orígenes y un temprano tartamudeo. Fue un caso raro, abandonó la música en forma profesional en 1985 estando en lo más alto de su carrera.
Había oscurecido. Me atiborré los bolsillos del pantalón de monedas, tabaco y un encendedor, me puse las zapatillas de tenis y salí a la calle. Entré en la tasca del barrio, donde pedí un muslo de pollo y un panecillo. Mientras se hacía el pollo, oí el último disco de los Johnson Brothers y me bebí otra cerveza. Después de los Johnson Brothers la música cambió a un disco de Bill Withers, y mientras lo oía di cuenta del muslo de pollo. A continuación, y acompañado por los sones del Star Wars de Maynard Ferguson, me bebí un café. Me sentía como si no hubiera cenado.
Benny Goodman
Por último me permito citar a Benny Goodman, que fue un gran clarinetista y director de orquesta de jazz estadounidense. Conocido como El rey del swing, es, junto con Glenn Miller y Count Basie, el representante más popular de este estilo jazzístico e iniciador de la llamada era del swing. Tenía una facilidad increíble para la improvisación pero su estrella se opacó luego de la finalización de la Segunda Guerra Mundial.
Del cuarto trastero saqué una vieja guitarra, que logré afinar no sin esfuerzo. Probé unos rasgueos, interpretando viejas melodías. Luego me puse a practicar a los sones de Air Mail Special, de Benny Goodman; y en éstas, se hizo mediodía. Así que eché mano al pan de producción casera, duro ya como una piedra, y cortando una gruesa loncha de jamón, me hice un bocadillo, que me tomé con una lata de cerveza.
Tras media hora más de rasguear la guitarra, se presentó el hombre carnero.
https://www.ciencia-ficcion.com/limites/lm0720.htm
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