Dolores Haze - Un recorrido (infame) por su psiquis
“Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas..... ...era Lo, sencillamente Lo por la mañana... ...era Dolly en la escuela. Era Dolores cuando firmaba. Pero en mis brazos fue siempre Lolita”
LA LOLITA DETRÁS DE LA LOLITA DE NABOKOV
ALEJANDRO GAMERO — 03/10/2017
Sally Horner y Frank La Salle
Desde que Lolita fuera publicada hace ya más de sesenta años, la crítica han dedicado enormes cantidades de esfuerzo para explicar los cientos de alusiones que contiene la novela, para identificar sus referencias ocultas, ya sean ecos paródicos o posibles fuentes. Mientras trabajaba en la novela, Nabokov emprendió todo tipo de investigaciones, no solo literarias sino que echó mano de la prensa, sobre todo de las noticias que hacían referencia a accidentes, a crímenes sexuales o a asesinatos. Especialmente le llamó la atención la noticia del secuestro de un pederasta llamado Frank La Salle a la joven de 11 años Florence Sally Horner, que tuvo lugar en 1948. Nabokov no solo utilizó esta historia para inspirarse en sus detalles sino que la introdujo en Lolita de una manera muy particular.
Sally Horner en una foto que se cree que fue tomada en Atlantic City en 1948
Todo empezó la tarde del 13 de junio de 1948, cuando Sally Horner intentaba robar un cuaderno de cinco centavos de una tienda de Camden, New Jersey, para ser aceptada por sus compañeras de clase. Una vez dentro cogió el primer cuaderno que encontró, lo metió en su bolsa, vigilando que nadie la miraba, y corrió hacia la puerta de salida. Entonces, justo antes de salir, alguien le pegó un tirón del brazo. Al levantar la vista vio a un hombre delgado, de rostro afilado y mirada aguileña. «Soy agente del FBI», le dijo el hombre, «y estás bajo arresto». Sally hizo lo que haría cualquier muchacha de 11 años en una situación similar: llorar. El hombre, sin soltarla, señaló en dirección al Ayuntamiento, el edificio más alto de Camdem, al tiempo que le decía que las chicas como ella acaban allí y que los ladrones de su edad terminaban en el reformatorio. «Pero has tenido suerte de que te haya cogido yo y no otro agente del FBI, porque si accedes a darme algún chivatazo de vez en cuando te dejaré marchar», añadió el hombre.
Sally respiró aliviada. Iba a dejarla marchar. No sabía mucho de reformatorios pero intuían que no eran algo bueno; tampoco tendrían que llamar a su madre para darles la noticia. Sin embargo, al día siguiente, cuando Sally salía de la escuela, el hombre volvió a presentarse de improviso. Las reglas del juego habían cambiado: el gobierno exigía que la niña lo acompañara a Atlantic City. Ahora bien, permitía que su madre no supiera la verdad y que lo cubriera todo con una mentira. La niña le diría que los padres de dos amigos del colegio la habían invitado a unas vacaciones en la costa.
Ni que decir tiene que ese hombre no era agente del FBI sino un mecánico de 50 años llamado Frank La Salle. Sally hizo caso a La Salle y ambos se trasladaron a una casa de huéspedes en el 203 de Pacific Street en Atlantic City ‒La Salle con el nombre falso de Frank Warner‒. Durante seis semanas llamaron a la madre de Sally, Ella Horner, desde estaciones de servicio para contarle lo bien que lo estaban pasando. Ella, que pensaba que su hija estaba de vacaciones de verano con unos amigos, no sospechaba nada. Después de ese tiempo Sally la llamó diciéndole que se quedaría más tiempo para ver un espectáculo de las Ice Follies. A la segunda semana las excusas fueron todavía más vagas y a la tercera semana y no hubo más llamadas de teléfono. Las cartas de Ella eran devueltas al remitente como no entregadas y la última noticia que tuvo de su hija era perturbadora: ella y Warner se iban a Baltimore. Entonces Ella se dio cuenta de que había sido engañada, de que le habían arrebatado a su hija. Esa última carta la recibió el 31 de junio de 1948, y ese mismo día Ella llamó a la policía.
Recorte de prensa
La policía de Atlantic City llegó a la casa de huéspedes de Pacific Street, pero la pareja ya se había marchado. En la habitación encontraron dos maletas llenas de ropa, como si sus propietarios se hubieran marchado apresuradamente, y varias postales no enviadas de Sally a su madre y a sus amigos. La policía tuvo que darle la terrible noticia a Ella: el hombre que se hacía llamar Warner era Frank La Salle, y seis meses antes de secuestrar a Sally había salido de prisión por violar a varias niñas.
A diferencia de Humbert Humbert, no había nada erudito ni literario en Frank La Salle. Sus escritos, llenos de errores gramaticales, carecían del sello narrativo de Lolita. Sabemos poco de sus primeros cuarenta años salvo que nació en Chicago y que vivió en Filadelfia y en ciudades al sur de Jersey, trabajando eventualmente como mecánico bajo diferentes seudónimos. Al igual que Humbert, La Salle prefería a las jóvenes menores de edad, y eso incluía a la que fue su esposa, Dorothy Dare. Esta muchacha se fugó con La Salle cuando todavía era menor de edad para escapar de un padre excesivamente estricto. Como ella era menor de edad se emitió una orden de detención para La Salle pero cuando se encontró a la pareja ya se habían casado legalmente, por lo que no se pudo arrestar a La Salle. El matrimonio fue feliz durante algunos años, pero después de que tuvieran una hija se separaron, supuestamente por infidelidades de él hacia ella. El 4 de septiembre de 1942 La Salle fue acusado de violar a cinco niñas de entre 12 y 14 años y condenado a pasar entre dos años y medio y cinco en la prisión estatal de Trenton. Catorce meses después salió en libertad condicional.
Otro recorte de prensa
Después de salir de Atlantic City, se establecieron en Baltimore, en el barrio de Barclay. Ante todos, la pareja desempeñó el papel de padre e hija, y Sally incluso tuvo ciertas libertades para moverse sola, asistiendo a la Escuela Católica de Saint Ann en el 2200 de Greenmount Drive, a poca distancia de su nuevo hogar. Tras un tiempo se dirigieron al suroeste de Dallas, con la excusa de que el FBI le había pedido que investigara algo. Allí vivieron en, desde abril de 1949 hasta marzo de 1950, en Commerce Street, un tranquilo parque de caravanas en una de las zonas más deterioradas de la ciudad. Una vez más, Sally se comportó como una típica niña de 12 años y La Salle como su padre viudo. Ella asistió a la escuela católica en Nuestra Señora del Buen Consejo ‒y fue buena estudiante‒, y además tuvo un perro, y toda la ropa y comida que pedía. Iba a la piscina y visitaba los remolques de algunos de sus vecinos. Se quedaba a solas con ellos a veces y jamás mencionó su situación. De ahí que cuando sus vecinos conocieran la verdadera historia de la niña quedaran anonadados. ¿Por qué no decía nada la niña a pesar de tener la oportunidad? ¿Es que pensaba que nadie creería su historia?
Encuentro de Sally con su madre
Pero una mujer creyó a Sally, y eso animó a la niña a escapar. Esa mujer era Ruth Janish, una vecina que conoció a Sally y a La Salle en el parque de caravanas. Ella sospechaba, por el extraño comportamiento de la niña, que aquel hombre no era su padre, así que animó a Sally a que le contara la verdad. Y la muchacha se derrumbó, contándole que quería irse a casa, que quería hablar con su madre y con su hermana mayor. Finalmente Sally consiguió hablar con el marido de su hermana y le contó dónde se encontraba. La policía recogió a Sally y fue trasladada a un centro de menores. La Salle fue arrestado y no solo negaba el secuestro de la niña sino que afirmaba que era su padre, que la había criado desde pequeña, que había estado casado con la madre de Sally, Ella Horner, y que ella siempre había sabido sabido dónde se encontraban.
Madre e hija reunidas al fin
Sally tuvo que personarse en el juzgado para constatar las mentiras de La Salle. Entre gritos y llantos negó que fuera su padre, muerto cuando ella tenía seis años. Nunca había visto a ese hombre antes de la tienda donde robó el cuaderno. La madre de Sally, lógicamente, también negó conocer a La Salle. Este fue condenado a una sentencia de entre 30 y 35 años en la prisión estatal de Trenton acusado de los cargos de secuestro y violación. No fue necesario que Sally testificara en el juicio, aunque sí tuvo que estar presente. El juez, después de llamar «leproso moral», dijo: «Las madres de todo el país suspirarán aliviadas al saber que un hombre de este tipo está en la cárcel». En su apelación La Salle intentó seguir defendiendo que era el padre de la niña, no se sabe si por mantener una mentira que era a todos ojos falsa o si por engañarse a sí mismo. A diferencia de Humbert Humbert, que trataba de atribuir un significado más grandioso a sus delirios de paternidad ejemplar, las maquinaciones de La Salle eran decepcionantemente obvias y mundanas..
La Salle murió en la prisión estatal de Trenton el 22 de marzo de 1966, dieciséis años después de su sentencia. Sally, por su parte, tuvo un final muy distinto al de Dolores Haze, muriendo en un accidente de tráfico cuando el coche en el que viajaba se estrelló contra la parte trasera de un camión estacionado.
Primera edición de Lolita en Olympia Press
Llevó cincuenta años descubrir la conexión entre Sally Horner y Dolores Haze. Lolita estaba tan llena de alusiones y referencias que un acontecimiento aparentemente poco relevante ocurrido en la vida real no era una prioridad para la crítica. El caso de Sally fue muy seguido por los medios, pero pronto terminó cayendo en el olvido. Uno de los biógrafos de Nabokov, Brian Boyd, mencionó el secuestro como una de las fuentes que el escritor obtuvo de la prensa. A fin de cuentas, el propio Nabokov menciona el caso de forma explícita en el capítulo 33 de la segunda parte de la novela diciendo: «¿Y si yo había hecho con Dolly lo mismo que Frank Lasalle, un mecánico de cincuenta años, hizo en 1948 con Sally Horner, de once?»
Alexander Dolinin, profesor de lengua y literatura eslava en la Universidad de Wisconsin, en Madison, afirmó que una nota a mano acompañada de un recorte de prensa sobre el tema encontrada en los archivos de Nabokov permiten saber que el autor conocía el secuestro. La expresión «delincuente moral de mediada edad» estaba señalada en el artículo. Los paralelismos saltan a la vista: tanto Sally como Dolly son hijas de madres viudas y son arrastradas pro depredadores sexuales que rondan la misma edad. También coinciden muchos otros detalles, como los lugares de residencia en los que viven la pareja, las escuelas, etc. La fechas, además, coinciden: Nabokov empezó la novela en 1948 y la terminó en 1953.
Sally Horner estuvo en un cautiverio infernal durante 21 meses, después de un viaje demencial que la llevó de Camden a California, pasando por Nueva Jersey y San José. Un cuaderno de cinco centavos cambiaría su vida para siempre. Sin embargo, ese cuaderno no solo alteró la vida de Sally sino que centelleó en toda la cultura, dando como resultado un libro que cambiaría el curso de la literatura del siglo XX. En la obra de Nabokov, a diferencia de la realidad, no tenemos el punto de vista de Dolores Haze, sino que la historia nos llega a través de la palabra de Humbert Humbert, cuyo encanto y erudición permite al lector olvidar que es un monstruo ‒a algunos brevemente y a otros por completo‒. Una de las genialidades de Nabokov consiste en elaborar una trama cuyas motivaciones nos dejan en una incómoda ambigüedad, interpretable como una novela llena de moralidad o completamente amoral.
La infinidad de capas de referencias de Lolita ocultaron, en cierto sentido, la historia de Sally Horner. Pero Dolores Haze merece ser recordada como un gran personaje literario, Sally, la niña a la que se le arrancó la inocencia y se le negó salvajemente la oportunidad de crecer con normalidad, tampoco merece caer en el olvido. Una niña que, inmortalizada gracias a la literatura, quedará para siempre atrapada en las páginas de uno de las novelas más importantes del siglo XX.
Fuente: Hazlitt. https://hazlitt.net/longreads/real-lolita
https://lapiedradesisifo.com/2017/10/03/la-lolita-detras-de-la-lolita-de-nabokov/
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LUNES, SETIEMBRE 26, 2005
“Lolita” de Vladimir Nabokov: Aproximaciones a un análisis psicológico de Humbert Humbert
Introducción
La psicología no es una ciencia que rechace nutrirse de cuantas fuentes de conocimiento pueda, es decir, es factible que use disciplinas aledañas para de esta manera, afinque e incorpore nuevos conocimientos. Muestra de lo mencionado lo podemos encontrar en el acercamiento de la disciplina del comportamiento con la filosofía, la biología, la sociología, la antropología, etc. En el presente ensayo se realiza un acercamiento muy estrecho entre la literatura y la psicología.
A través de la literatura, diversos autores a lo largo de la historia han plasmado experiencias -algunas reales, otras no- que son fuente de análisis de diversas corrientes y consecuentemente diversos críticos literarios, es menester resaltar que el psicólogo o futuro psicólogo está en la capacidad de aplicar un análisis enfocándolo en su rama de acción particular, es decir, interpretar el comportamiento y motivaciones que impulsan al sujeto, y determinar si su actuar está dentro de los lineamientos “normales” o si se escapan y se intrincan en el reino de lo “patológico”.
La obra escogida es un clásico contemporáneo, Lolita de Vladimir Nabokov (1899-1977), historia que trata de Humbert Humbert, un hombre de cuarenta años que se encuentra obsesionado por la “doceañera” Lolita; en la novela se aprecian dos componentes que son la atracción perversa y el “seudoincesto”, además desde luego, de otros componentes como la neurosis. La novela es un itinerario de violencia, narrado con suma ironía, con abundantes sarcasmos y lirismo por parte del propio protagonista.
Los temas centrales del ensayo son la pedofília y la neurosis que se expresan de manera notoria en Humbert Humbert.
Pedofilia y Neurosis en Humbert Humbert
Indudable es que luego de cuarenta y cinco años, la obra Lolita de Vladimir Nabokov sigue causando controversia y es evidente que ésta no es la misma, y no arrebata con tan intensa magnitud a los apasionados lectores que se sumergen en su fosforescente trama, pero se debe tomar en cuenta en primer lugar la época y el lugar en la cual se publicó originalmente y la época en la cual estamos inmersos: una época de cambios, de post-modernismos, de neoliberalismo, de internet, de globalización, de libertad sexual, etc. León y Zambrano (2000; pg. 17) comentan sobre las condiciones de vida actuales lo siguiente: “En efecto, allí están: la clonación, la legalización del aborto y de la eutanasia, el indetenible avance de la automatización en el mundo del trabajo, la opción homosexual, el creciente cuestionamiento de la familia como institución, la soledad en la que vive un porcentaje elevado de personas. ¿Qué hacer con todo esto? ¿cómo abordarlo? ¿cómo integrarlo en un nuevo proyecto social signo del hombre?”.
Las personas denominan a los enteramente difusos, e incluso sombríos cambios que se experimentan como progreso, Solzhenitsyn (1996; pag. 7) con respecto al progreso dice lo siguiente: “el progreso ciertamente ha avanzado espléndidamente, pero nos ha conducido a consecuencias que las generaciones anteriores no podrían haber pronosticado”. Efectivamente, existen inmensa cantidad de efectos que podrían haberse interpretado como elucubraciones de Julio Verne, o incluso siendo más contemporáneos, tramas elaboradas por Aldous Huxley o George Orwell. Uno de estos cambios, es la revolución sexual, que se ilustrará brevemente: fue un complejo fenómeno que tuvo innumerable cantidad de determinantes, es innegable que uno de ellos fue la invención de la píldora anticonceptiva por Carl Djerassi en 1951 y su posterior comercialización a partir de 1961 (Telefónica del Perú, 2000). El progreso en la tecnología médica contribuyó ciertamente a un cambio en la mentalidad de occidente sobre lo que representa el sexo, evidentemente no fue sólo ese factor, se pueden traer a colación otros: Simone de Beauvoir y su inacabable lucha contra la discriminación de la mujer en la década del 40, Alfred Kinsey que funda en la Universidad de Indiana el instituto para la investigación sexual en 1947, los estudios de Gräfenberg y Benjamin entre 1950 y 1960, finalmente esta lista no estaría completa sin la mención de William H. Masters y Virginia Johnson con sus incesantes estudios sobre la sexualidad humana ya en la década del 70. Esta revolución ha acometido rotundamente en la mentalidad mundial y en especial occidental logrando de alguna manera que el libro Lolita pierda el tono escandaloso que lo antecedió casi media centuria antes.
Ortega y Gasset (1981) dijo: “Hay, sobre todo, épocas en que la realidad humana, siempre móvil, se acelera, se embala en velocidades vertiginosas. Nuestra época es de esta clase porque es de descensos y caídas”. Este ilustre pensador, acertó en esta acuciosa frase, por un lado existe el genoma humano, y por otro, no se puede tolerar a la homosexualidad, el mundo avanza en un mar de información llamado internet y en Israel, personas luchan por que son de ideologías religiosas distintas, esto se sintetiza en una sola palabra: intolerancia.
Dentro de los círculos literarios es harto conocido que la obra “Lolita” hizo millonario a Nabokov, pero sin duda, el intrincado malentendido generado por la obra, continua hasta nuestros días, un poco de historia sería algo adecuado: Para que la obra de Nabokov fuera publicada, tuvo que ser rechazada por cuatro editoriales, la editora encargada de publicar por primera vez el libro en cuestión fue Olympia Press, esta empresa tenía entre dentro de su catálogo desde burdas obras pornográficas hasta textos contestatarios a cargo de Henry Miller. La novela, “Lolita”, apareció en 1955 y un año después fue prohibida en Francia por ser considerada obscena. Paralelamente a este hecho, Graham Greeene, crítico literario sobresaliente, la consideró la mejor obra del año; esta deferencia ocasionó una polémica tremebunda y un estigma de novela maldita que aún en la actualidad posee. En 1958 apareció la edición estadounidense además de docenas de publicaciones en distintos países.
Antes de pasar propiamente a la trama de la obra, es menester traer a colación lo siguiente: Nabokov tiene un cierto parecido con Borges, puesto que desde la literatura ataca con mordaz sabiduría e ironía las costumbres del sistema establecido, centrándose en la hipocresía burguesa; Nabokov se divertía observando la reacción de los ciudadanos ante la lectura de su obra. Nabokov (1999) creó el término “Nínfula” que en idioma original es “the nimphet” Vargas Llosa (1990), Este término adquiere su real magnitud en cuanto se relaciona con las fantasías y ansias de pervertidos en torno a niñas prepuberales o puberales. En otras palabras, la obra cuajó los términos nínfula y Lolita. Para ser explícitos Humbert Humbert: Nabokov (1999; pag 23) define el término nínfula como: “Entre los límites de los nueve y los catorce años, surgen doncellas que revelan a ciertos viajeros embrujados, dos o más veces mayores que ellas, su verdadera naturaleza, no humana, sino nínfica (o sea demoníaca); propongo llamar nínfulas a esas criaturas escogidas (...) En realidad quería que el lector considerara los nueve y los catorce como los límites -playas espejeantes, rocas rosadas- de una isla encantada, habitada por esas nínfulas mías y rodeadas por una mar vasto y brumosos. Entre esos límites temporales”
Trama de la obra
La obra es la confesión escrita de Humbert Humbert, a los jueces del tribunal que van a juzgarlo, por asesino (de Clare Quilty) y por su predilección por niñas precoces. La historia primigenia, es decir donde conoce a Lolita, Dolores, o Dolly ocurre en Ramsdale, Nueva Inglaterra. Esta niña tenía exactamente cuando la conoció, doce años y siete meses.
En Ramsdale con la acuciosa necesidad de llegar a Lolita, H. H. (Humbert Humbert) desposa a una acomodada ciudadana de clase media -evidentemente burguesa- de dicha ciudad llamada Charlotte Becher Haze quien es madre de Lolita. El azar es una situación facilitadora de los hechos posteriores, ya que logra que la madre muera en un accidente de tráfico, (la situación fue la siguiente: la madre se enteró que H. H. no la quería, que estaba con ella sólo para llegar a la hija, Charlotte salió corriendo de la casa, obnubilada por la circunstancia que experimentaba y no midió las consecuencias de sus actos, se abalanzó a la calle y un auto la golpeó). En virtud a esto, el padrastro, tomó posesión legal de la niña y el camino fue más fácil. La relación semi-incestuosa de Lolita con su padrastro dura cerca de dos años, al cabo de los cuales, Lolita se fuga con Clare Quilty, a quien luego de una tortuosa búsqueda, Humbert Humbert da muerte (por celos). Este es el crimen por el cual va a ser juzgado cuando se pone a escribir el manuscrito.
Humbert Humbert cuenta esta historia con pausas, pistas falsas, intrigas, suspensos, ironías, pensamientos repetitivos y ambigüedades propias de un neurótico. La historia es escandalosa, mas no pornográfica, no es siquiera erótica ni obscena, en ninguna página de la voluminosa obra existe una escena de sexo explícito. Humbert Humbert no es un libertino, ni un sensual, es apenas sólo un obseso. Su historia es escandalosa, ante todo, porque él la siente y la presenta así, subrayando a cada paso su demencia y su monstruosidad (estas palabras las emplea él; podemos decir entonces que hay consciencia de que algo anda mal). Esta noción del protagonista de que algo es literalmente diferente y tiene un carácter transgresor confiere a la trama su índole malsana y moralmente inaceptable.
Paralelamente a la pasión manifiesta que subyace en la obra, existe el pensar neurótico de Humbert Humbert quien a veces con alusiones, artimañas, adivinanzas, alteran el desarrollo de la historia. Así ocurre con las elucubraciones en torno al personaje alter ego de Humbert Humbert , es decir Clare Quilty. Su aparición trastoca el libro, encamina la narración hacia un punto casi impensable, imprevisible, Kafkiano
¿Quién es este extraño sujeto?. Este hombre es un extraño automóvil que cual fantasma aparece y desaparece, es un perfil borroso atiborrado de miedo e inseguridad, es una colina a lo lejos, es temor, ansiedad y aprehensión, es una aparición en un juego de tenis, y una miríada que sólo una neurosis detallista y alerta puede reconocer. Ya en el encarcelamiento, nuestro narrador, Humbert Humbert escribe la historia que ya conocemos, va reconstruyendo con un neurótico detalle las peripecias felices que pasó por dos años con su “nínfula” a través de toda norteamérica. Es en este recuento que va encontrando pistas aún mayores del desconcertante Clare Quilty. Ellos revelan un conocimiento poco menos que omnisciente de la vida, la cultura y las manías del narrador y una suerte de complicidad subliminal entre ambos. Hace no menos de unos párrafos se afirmó que este mítico y misterioso personaje es el otro yo de Humbert Humbert, se hace esta afirmación debido a que es la persona que anda también tras una nínfula, tiene intereses intelectuales semejantes y acepta sobremanera los acertijos de H. H., además que sagazmente lo persigue durante media norteamérica, tiene contactos furtivos con Lolita, deja pruebas precisas para activar la neurosis de Humbert Humbert, pero no las suficientes para hacer que éste lo encuentre. Existe una lucha constante de intelectos neuróticos entre ambos, yo y otro yo, Humbert Humbert y Clare Quilty, moral y contra-moral, etc.
Podría parecer que la escena cúspide de la obra es el contacto carnal entre estos dos personajes, Lolita de doce años y Humbert Humbert, cuarentón pedofílico y además neurótico, mas no es así, la principal escena de la obra es básicamente el demorado, sigiloso y persecutorio asesinato de Clare Quilty. Escena cargada de sensaciones, sentimientos, culpa, desintegración psíquica y moral. Luego de la consecución del acto, Humbert Humbert (todo esto pasó luego que Lolita se fuga con Quilty) observa detenidamente el cuerpo inerte, abatido y vencido de su contrincante como Moriarty observó Holmes y viceversa, como la eterna lucha de Dr. Jackyll y Mr. Hyde y consecuentemente la destrucción de ambos, etc. El remordimiento que sintió fue insoportable e insoslayable, se detestó así mismo. Para detallar lo que es el remordimiento, se debe traer a colación a Huxley (1980; pp. 9) que en su obra “Un mundo feliz” dice al respecto lo siguiente: “El remordimiento crónico, y en ello están acorde todos los moralistas es un sentimiento sumamente indeseable. Si has obrado mal, arrepiéntete, enmienda tus yerros en lo posible y encamina tus esfuerzos a la tarea de comportarte mejor la próxima vez. Pero en ningún caso debes entregarte a una morosa meditación sobre tus faltas. Revolcarte en el fango no es la mejor manera de limpiarse”. Esta alusión positiva sobre lo que debe ser el remordimiento, no le ocurrió a Humbert Humbert, quien escribiendo el manuscrito rememoró cada minucioso detalle de lo acontecido con Lolita y su víctima.
Vale la pena traer a colación que H. H. ha sido internado en hospitales de salud mental por sus arranques de locura, por la angustia que le provocaba tener vínculos sentimentales y sexuales con niñas. Humbert Humbert confesó en más de una oportunidad que tenía relaciones con mujeres de su edad, pero que eran una suerte de paliativos ante la necesidad de poseer lo que él denominó “nínfulas”.
Pedofília: Definición y Criterios Diagnósticos
Para tener un conocimiento claro de la que es este trastorno sexual, se recurrirá al (DSM-IV, 1995; pag. 540-541). “La característica esencial de la pedofilia supone actividades sexuales con niños prepúberes (generalmente de 13 o menos años de edad). El individuo con este trastorno debe tener 16 años o más y ha se ser por lo menos 5 años mayor que el niño. En los adolescentes mayores que presentan este trastorno no se especifica una diferencia de edad precisa, y en este caso debe utilizarse el juicio clínico; para ello, debe tenerse en cuenta tanto la madurez sexual del niño dentro de un margen de edad particular. Algunos individuos prefieren niños; otros, niñas y otros los dos sexos. Las personas que se sienten atraídas por las niñas, generalmente las prefieren entre los 8 y 10 años, mientras que quienes se sienten atraídos por los niños los prefieren algo mayores. La pedofilia que afecta a las niñas como víctimas es mucho más frecuente que la que afecta a los niños. Algunos individuos con perdofilia sólo se sienten atraídos por niños (tipo exclusivo), mientras que otros se sienten atraídos por adultos (tipo no exclusivo). La gente que presenta este trastorno y que utiliza a niños según sus impulsos puede limitar su actividad simplemente a desnudarlos y observarlos, a exponerse frente a ellos, a masturbarse en su presencia o acariciarlos y tocarlos suavemente. Otros, sin embargo, efectúan felaciones o cunnilingus, o penetran la vagina, la boca, el ano del niño con sus dedos, objetos extraños o el pene, utilizando diversos grados de fuerza para conseguir estos fines. Estas actividades se explican comúnmente con excusas o racionalizaciones de que pueden tener valor educativo para el niño, que el niño obtiene placer sexual, o que el niño es sexualmente provocador, temas que por lo demás son frecuentes en la pornografía pedofílica.
Los individuos pueden limitar sus actividades a sus propios hijos, a los ahijados o a los familiares, o pueden hacer víctimas a niños de otras familias. Algunas personas con este trastorno amenazan a niños para impedir que hablen. Otros particularmente quienes lo hacen con frecuencia, desarrollan técnicas complicadas para tener acceso a los niños, como ganarse la confianza de la madre, casarse con una mujer que tenga un niño atractivo, (...) Excepto los casos de asociación con el sadismo sexual, el individuo puede ser muy atento con las necesidades del niño con el fin de ganarse su afecto, interés o lealtad e impedir que lo cuente a los demás. El trastorno empieza por lo general en la adolescencia, aunque algunos individuos manifiestan que no llegaron a sentirse atraídos por niños hasta la edad intermedia de la vida. AL frecuencia del comportamiento pedofílico fluctúa a menudo con estrés psicosocial. El curso es habitualmente crónico, en especial en quienes se sienten atraídos por los individuos del propio sexo. El índice de recidivas de los individuos con pedofilia que tienen preferencia por el propio sexo es aproximadamente el doble de los que prefieren al otro sexo”.
Los criterios diagnósticos del DSM-IV (1995) son los siguientes:
A.- Durante un período de al menos 6 meses, fantasías sexuales recurrentes y altamente excitantes, impulsos sexuales o comportamientos que implican actividad sexual con niños prepúberes o niños algo mayores (generalmente menores de 13 años o menos).
B.- Las fantasías, los impulsos sexuales o los comportamientos provocan malestar clínicamente significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la actividad del individuo.
C.- La persona tiene al menos 16 años y es por lo menos 5 años mayor que el niño o los niños del Criterio A.
Nota: No debe incluirse a individuos en las últimas etapas de la adolescencia que se relacionan con personas de 12 o 13 años.
Neurosis: Definición y Criterios Diagnósticos
Horney (1993) explica claramente lo que es un neurosis “En primer lugar, los neuróticos discrepan de los seres comunes en sus reacciones. Así tenderemos a considerar neurótica a una joven que prefiera quedar en el anonimato, negándose a aceptar una aumento de sueldo y a identificarse con sus superiores; o bien a una artista que sólo gane treinta dólares por semana cuando podría tener ingresos superiores, dedicando algún tiempo más a sus labores, y que, en cambio, opte por gozar de la existencia en la medida en que se lo permitan sus modestos ingresos, malgastando buena parte de su vida en compañía de mujeres o entregado a meras aficiones técnicas. La razón por la cual llamamos neuróticas a tales personas reside en que la mayoría de nosotros estamos dominados -acaso exclusivamente- por normas de conducta que entrañan un anhelo de progresar en el mundo, de aventajar a otros, de ganar más dinero que el requerido para el sustento. (...) Alcanzamos nuestro concepto de la normalidad adoptando ciertas pautas de conducta y de sentimientos vigentes en un grupo determinado que las impone a todos sus miembros ; pero olvidamos que esas pautas varían con la cultura, la época, la clase social y el sexo (....) Conociendo nuestras condiciones culturales de vida nos será fácil llegar a una comprensión harto profunda del carácter especial de los sentimientos y las actitudes normales, y siendo las neurosis desviaciones del tipo normal de conducta, también ellas podrán comprenderse mucho mejor”
Características de la Neurosis según Horney (1993):
A.- Cierta rigidez en las reacciones. Se entiende por esto a la ausencia de flexibilidad para afrontar nuevas situaciones.
B.- Una estimable discrepancia entre las capacidades del individuo y sus realizaciones. Se entiende por esto que el sujeto siga siendo improductiva aún cuando sus dotes o capacidades permitan que sea sobresaliente, pero que sin embargo no las utilice. El neurótico tiene la impresión de que el mismo es un obstáculo en su propio camino.
C.- Angustia y las defensas que se levantan en torno a ella, esa angustia es el factor que desencadena el proceso neurótico y lo mantiene en actividad.
Criterios diagnósticos que cumple Humbert Humbert
Pedofília
Criterio A.- Humbert Humbert desea sexualmente a Lolita, niña de doce años, tiene fantasías sexuales con ella y desea copular con la mencionada. Además esta conducta tuvo antecedentes: Nabokov (1999; pag. 15) “¿Tuvo Lolita una precursora? Naturalmente que la tuvo. En realidad, Lolita no hubiera podido existir para mí si un verano no hubiese amado a otra niña iniciática”, Nabokov (1999l pag, 15) dice además: “Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Pecado mío , alma mía. Lo-li-ta: la punta de la lengua emprende un viaje de tres pasos desde el borde del paladar para apoyarse, en el tercero, en el borde de los dientes. Lo. Lo. Ta.
Era Lo, sencillamente Lo, por la mañana, un metro cuarenta y ocho de estatura con pies descalzos. Era Lola con pantalones. Era Dolly en la escuela. Era Dolores cuando firmaba. Pero en mis brazos era siempre Lolita”.
Criterio B.- Estas fantasías llevaron a Humbert Humbert a un estado en el cual, Lolita era lo único importante, dejó todo, trabajo, hogar, y demás por aventurarse en un viaje de dos años a través de norteamérica para huir de su alter ego. El deterioro social del personaje principal era sobremanera extremo ya que prácticamente no tenía vida social, amigos, etc. Toda persona que se acercaba a Lolita era mal recibida, incluso era interpretada esta situación como agresión.
Criterio C.- Humbert Humbert es una persona de cuarenta y cinco años aproximadamente, Lolita tiene doce.
Neurosis
Criterio A.- Durante su viaje a través de Estado Unidos, Humbert Humbert debió adaptarse a diversas situaciones pero no lo logró, no pudo afrontar coherentemente la seudopersecución de Clare Quilty, no supo afrontar la relación con Lolita incluso Nabokov (1999; pag. 191) refiere: “En los días de ese frenético viaje nuestro, no dudaba que como padre de Lolita Primera era un ridículo fracaso. Hice cuanto estuvo a mi alcance. Leí y releí un libro con el título inocentemente bíblico de conoce a tu propia hija, comprado en la misma tienda donde compré para Lo, en su decimotercer cumpleaños, un volumen en edición de lujo , con ilustraciones comercialmente hermosas de La sirenia.”.
Criterio B.- Humbert Humbert era una persona sobremanera inteligente, culta e incluso profesor de diversas materias, pudiendo llegar profesionalmente lejos, no lo hizo puesto que huyó con Lolita. Para ejemplos dos citas: Nabokov (1999; pag. 22-23) “Mientras fui estudiante en Londres y París, (...) Mis estudios eran minuciosos e intensos aunque no precisamente fructíferos. AL principio proyecté graduarme en psiquiatría”, luego Nabokov (1999; pag. 159) anota: “Fue entonces cuando empezaron nuestros prolongados viajes por todos los Estados Unidos. Pronto llegué a preferir cualquier otro tipo de alojamiento para turistas”
Criterio C.- Humbert Humbert sentía angustia por la relación que tenía con Lo, además la aprehensión que sentía puesto que consideraba que todos deseaban algo con Lolita y la inseguridad que esto ocasionaba hacía que éste se encontrase de manera constantemente alerta y se disponía a la huida en cualquier momento. La manera como manejaba los celos era sencilla: evitaba que Lolita tuviera relación con hombres, y si esto ocurría, inmediatamente huía. Para disminuir la angustia que soportaba, elaboró un plan que llegó a su consumación con el asesinato de su perseguidor.
Luego del asesinato, Humbert Humbert decidió escribir con detalle patológico su historia, una voluminosa cantidad de páginas y de detalles (350). El propio H. H. anota: Nabokov (1999; pag 335) “Hace cincuenta y seis días, cuando empecé a escribir Lolita, primero en la sala de observación para psicópatas, después en esta reclusión bien caldeada, aunque sepulcral, pensé que emplearía estas notas in todo durante mi juicio, no para salvar la cabeza, desde luego, sino el alma. En plena tarea, sin embargo, comprendí que no podía exhibir a Lolita mientras viviera. Quizá use partes de esta memoria en sesiones herméticas, pero su publicación ha de diferirse”.
Referencias
American Psychiatric Association (1995). DSM-IV Barcelona: Masson
Horney K. (1993). La personalidad neurótica de nuestros tiempos. Barcelona: Paidós.
Huxley, A. (1980). Un mundo feliz. Barcelona: Plaza y Janés.
León, R., Zambrano, A. (2000). El hombre y la historia en Erik. H. Erikson Lima: Universidad Ricardo Palma, publicación de la asignatura Sistemas Psicológicos Contemporáneos, Facultad de Psicología.
Nabokov, V. (1999). Lolita. Barcelona: Anagrama.
Ortega y Gasset, J. (1981). “La rebelión de las masas” Lima: Universo.
Solzhenitsyn, A. (1996). Reflexiones en la víspera del siglo veintiuno. En : Gardels, N. O., ed., Fin de Siglo. Grandes pensadores hacen reflexiones sobre nuestro tiempo, México D.F., Mc Graw Hill, 4-15.
Telefónica del Perú. (2000). Etecé. Lima : Telefónica del Perú.
Vargas Llosa, M. (1990). La verdad de las mentiras. Argentina: Seix Barral.
PUEDEN ENCONTRAR INFORMACION SOBRE EL LIBRO EN ESTE BLOG: http://elgatodescalzo.blogia.com/
http://kishimotoandres.blogspot.com/2005/09/lolita-de-vladimir-nabokov.html
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MIÉRCOLES, 10 DE AGOSTO DE 2011
Se llamaba Dolores (Historia, literatura y cine IV)
Así comienza la genial novela del genial Vladimir Nabokov, que fue calificada en su día de pornográfica, fue prohibida y vilipendiada, su autor acusado de criminal... vamos que escandalizó y sigue escandalizando a muchos de los que la leen. A mí, para variar me fascina. La gran novela americana escrita por un ruso, jeje, sólo por eso ya me gusta. “Lolita” escandalizó porque es una obra tremendamente escandalosa. La pasión absurda del cuarentón Humbert por la doceañera Lolita debió ser por sí sola un mazazo en la puritana sociedad de los EEUU, pero no es eso lo más escandaloso de la obra. Dolores Haze no es una pobre niña de la que abusa un pervertido, es en realidad un putoncete adolescente, consciente en todo momento de las (para ella) ridículas ansias de Humbert, y dispuesta a hacer valer sus armas de “minifemme fatale” y aprovecharse cuanto pueda de la situación. Es ella quien maneja los hilos, es ella la que lleva loco al pobre idiota de Humbert, quien come de su mano como un perrito y no vive más que para complacerla en todos sus infantiles caprichos. Sólo Humbert es capaz de ver algún atractivo sexual en esa pequeña estúpida pagada de sí misma, que desde fuera resulta un personaje no sólo asexual, sino francamente irritante: come chicles con la boca abierta, suele ir sucia y desgreñada, lloriquea y se enfada como un bebé, dice tacos que no vienen nunca a cuento, no para de discutir con su madre, se coge rabietas de niña malcriada, amenaza con abandonar a Humbert o le chantajea vilmente con sus favores sexuales cada vez que se le mete algo en la cabeza y quiere conseguirlo a costa de él. La verdad es que dan ganas de darle dos bofetones, y otros dos de paso al tonto de Humbert, que con ojos bovinos no para de hablar de su piel de melocotón y de sus rizos dorados. Además no tiene el menor escrúpulo en acostarse con el marido de su madre cuando cree que ésta se halla gravemente enferma en un hospital, y tampoco cuando Humbert le comunica que en realidad lleva muerta ya varios días. Para celebrarlo se van los dos de luna de miel a visitar un motel tras otro y a dilapidar la pequeña fortuna de Humbert. De la infortunada Charlotte se olvidan ambos enseguida, su marido y su hija, hasta doscientas páginas más tarde cuando se ven obligados a vender y repartirse su herencia.
Charlotte Haze, la madre de Lolita es un personaje entrañable. Se enamora de Humbert a primera vista, cuando éste aparece en su casa para alquilar una habitación y mientras él la mira asqueado, buscando la oportunidad para largarse de allí cuanto antes. Le presenta inocentemente a su hija Dolores, que está mascando chicle y holgazaneando en el jardín y la pobre no se entera del impacto que la niña provoca en Humbert. La verdad es que no se entera de nada hasta que, ya casada con Humbert, descubre ese maldito cuaderno que él guardaba bajo llave. Es fácil meterse en su piel e imaginar como debió sentirse. Una mujer enamorada, que planea su futuro con el hombre que ama y lejos del pequeño demonio de su hija, a la que odia; de repente descubre un diario oculto y lee como su amado, de su puño y letra, dice de ella lindezas como: “la gorda Haze, la mala puta, la vieja foca, la cargante madre, la vieja y estúpida Haze”. Por más que a renglón seguido Humbert trate de convencerla de que lo que ha leído es un fragmento de la novela que escribe, y que no se está refiriendo a ella con esos insultos ni a su hija con las muy abundantes y explícitas alusiones sexuales, Charlotte no le cree. Le grita que es un monstruo, le dice que se va de la casa esa misma noche y que nunca volverá a ver a Lolita. Inmediatamente se pone a escribir cartas, sospecha Humbert que a algunos familiares, a la directora del internado donde se encuentra Lolita, o quizá a la propia Lolita, y cuando un rato más tarde y en pleno frenesí, sale a echarlas al correo cegada por el llanto, es atropellada por un coche y muere en el acto. Las cartas, que no llegó a depositar en el buzón, se las devuelve la policía al presuntamente conmocionado viudo, que no tiene más que fingirse unos días destrozado por el dolor y a continuación correr en pos de Lolita. Charlotte es el único personaje que muestra algo de humanidad en esta novela, y desde luego el único capaz de amar sinceramente y con el corazón. Así le va.
En cuanto a Humbert y su obsesión por las nínfulas, haría las delicias de cualquier psiquiatra: traumas infantiles, obsesión, delirios paranoides, falta total de empatía, comportamientos sádicos y masoquistas, regresiones... y todo eso sumado a un irresistible atractivo sexual que le facilita mucho la vida en todos los aspectos, para qué negarlo. A veces sueña con vivir toda la vida junto a Dolores como marido y mujer, otras se deja insultar y amenazar por ella, devolviéndole a cambio besos y caprichos. En otras ocasiones es él quien la amenaza, y también de vez en cuando planea cómo librarse de ella dentro de un par de años o así, cuando deje de ser una nínfula y ya no le interese. Finge ser su padre y estar educándola, y permite que la pequeña calientabraguetas le llamé “papá” en público, cuando ambos saben que eso le pone a cien. Aunque enfurece por dentro, hace como que no da importancia al hecho de que Lolita le cuente tan fresca que no se ha iniciado sexualmente con él a la tierna edad de doce años, sino antes en el campamento de verano con su amiguita Elizabeth primero y después con Bárbara y Charlie de catorce y trece años respectivamente. Humbert piensa que es posible que Lolita se lo esté inventando, pero su destreza y desparpajo en la cama le hacen dudar y convertirse en un padre celoso, de una manera tan enfermiza que llama la atención a los profesores de Lolita. Celoso y enfermizo como el amante que en realidad era.
Evidentemente, en las dos versiones cinematográficas de “Lolita”, la de Stanley Kubrick (1962) y la de Adrian Lyne (1997), las relaciones sexuales entre Humbert y Dolores pasan casi desapercibidas. Hay alguna alusión verbal, alguna mirada provocativa y en una escena que no se incluyó en el montaje final de la película de Lyne, ambos están en el sofá tonteando y se rozan un poco las piernas mientras Lolita sonrie picarona. Punto final, el resto a la imaginación del espectador. En la novela de Nabokov, el sexo es el motor que lo hace girar todo. Sin dar detalles escabrosos, con una finura exquisita, Nabokov hace decir a Humbert que cuando Lolita se paseaba delante de él no podía contener sus erecciones ni el dolor que éstas le causaban; que no era capaz de negarle nada a su amadísima de doce años después de que ella le hiciera probar las delicias de su boca; que una determinada noche se convirtieron técnicamente en amantes y que lamentaba no poder copular con ella un día en que Lolita se encontraba enferma de fiebres. No deja lugar a la duda de cual era la naturaleza de su relación, naturaleza que los dos cineastas tratan de que no se note demasiado durante todo el tiempo que duran sus respectivas películas, invirtiendo así radicalmente su sentido original. En mi opinión la maestría de la novela consiste en haber creado algo hermoso partiendo de una historia que de ser real pondría los pelos de punta al más pintado. Afortunadamente, se trata de una novela de ficción, y ninguno de sus personajes existen o han existido, así que el autor hizo bien en moldearlos a su manera y tomarse esas libertades con ellos, creando de paso una de las novelas magistrales de la literatura universal. Los susceptibles y puritanos que nunca llamarían “asesina” a Agatha Christie, tampoco deberían llamar “pornógrafo” a Nabokov.
http://azenialegustaescribir.blogspot.com/2011/08/se-llamaba-dolores-historia-literatura.html
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