Two moons - Dedicado a Haruki Murakami

Bajo su nuevo cielo 
Él
En el parque helado
Ella 
En su balcón
   Mirando las nuevas lunas
          Esperan...


1Q84
By IXX jun19




A la noche siguiente, aún había dos lunas. La grande era la Luna de siempre. Un
misterioso albor la ceñía por completo, como si hubiera acabado de atravesar una
montaña de ceniza, pero dejando eso de lado, era la vieja y conocida Luna. 

ADENDA
Fragmentos de 1Q84 de Haruki Murakami


1Q84

Capitulo 14
Algo que ningún lector ha visto en su vida

—Como acabo de decirte, tu corrección de La crisálida de aire roza la perfección.
Es un gran trabajo —prosiguió Komatsu—, Pero hay una parte, sólo una parte, que
me gustaría que volvieras a corregir, si es posible. No tiene por qué ser ahora mismo. 
Tiene nivel suficiente para ganar el premio. Se podría corregir otra vez después de
llevarse el premio, durante la fase de preparación para la publicación en la revista.
—¿Qué parte?
—Cuando la Little People crea la crisálida de aire, hay dos lunas. La chica mira al
cielo y ve dos lunas, una al lado de la otra. ¿Te acuerdas de esa parte?
—Claro que me acuerdo.
—A mí me parece que no se habla lo suficiente sobre las dos lunas. No basta.
Quiero que las describas con mayor detalle. Es lo único que te pido que corrijas.
—La verdad es que sí, quizá la descripción sea un poco somera. Pero ya le he
explicado que no quiero deformar el curso que sigue la obra original de Fukaeri.
Komatsu sujetó el cigarro entre los dedos y alzó la mano.
—Tengo, míralo de esta manera: si en el cielo hubiera una sola luna, al lector no
le sorprendería. ¿No te parece? Pero no creo que haya visto nunca dos lunas flotando
en el cielo. Cuando en una novela se incluye algo que ningún lector ha visto en su
vida, es necesario describirlo con todo detalle y precisión. Lo que se puede obviar, o
lo que se tiene que obviar, es la descripción de cosas que el lector está harto de ver.
—De acuerdo —admitió Tengo. Ciertamente, la observación de Komatsu tenía
su lógica—. Voy a describir con mayor detalle esa parte en la que aparecen las dos
lunas.
—Muy bien. Entonces será perfecta —dijo


Capitulo 15
Con firmeza, como si echara el ancla a un globo aerostático

Dos lunas flotaban en el cielo. Una luna pequeña y otra grande. Ambas se
alineaban en el cielo. La grande era a la que estaba acostumbrada. Próxima al
plenilunio, amarilla. Pero a su lado había otra luna diferente. Una luna de forma
desconocida. Un tanto deforme y ligeramente verdosa, como si estuviera cubierta de
musgo. Eso era lo que su visión captaba.
Aomame entornó los ojos y contempló fijamente las dos lunas. Luego cerró los
ojos, dejó pasar un tiempo, respiró hondo y volvió a abrirlos. Esperaba que todo
volviera a la normalidad y sólo hubiera una luna. Pero la situación era
completamente diferente. No era un efecto óptico, ni se le había nublado la vista. Dos
lunas flotaban en el cielo, bien alineadas, sin lugar a dudas o a errores de visión. Una
luna amarilla y otra verde.
Aomame pensó en despertar a Ayumi para preguntarle si en verdad había dos
lunas. Pero se lo pensó mejor y desistió. «Naturalmente. Desde el año pasado hay dos
lunas», le diría, quizás, Ayumi. O tal vez: «¿Pero qué estás diciendo, Aomame? Sólo
veo una luna. ¿Te ha pasado algo en los ojos?». «En cualquier caso, no me
solucionaría el problema. Sólo lo empeoraría.»
Aomame se cubrió la mitad inferior de la cara con ambas manos. Luego se quedó
contemplando fijamente las dos lunas. «No hay duda de que algo está sucediendo»,
pensó. Los latidos del corazón se le aceleraron. «O al mundo le pasa algo, o me lo
pasa a mí; una de dos. ¿El problema reside en la botella o en el tapón?»


Capítulo 17
Seamos felices o desdichadas

A la noche siguiente, aún había dos lunas. La grande era la Luna de siempre. Un
misterioso albor la ceñía por completo, como si hubiera acabado de atravesar una
montaña de ceniza, pero dejando eso de lado, era la vieja y conocida Luna. La Luna
que, en el caluroso verano de 1969, Neal Armstrong había marcado con un modesto
pero colosal primer paso. Luego, a su lado, estaba la pequeña y deforme luna verde.
Ésta flotaba arrimada con cierto recato a la grande, como una niña traviesa.
«Tengo que haberme vuelto loca», pensó Aomame. «Siempre ha habido una sola
Luna y ahora también debería haber una sola. Si apareciese otra, tendrían que
producirse diversos cambios reales en la vida de la Tierra. Por ejemplo, la relación
entre la pleamar y la bajamar cambiaría radicalmente y eso daría mucho de que
hablar. No puede ser, de ninguna manera, que no me haya dado cuenta. No es lo
mismo que haberme despistado y haber pasado por alto un artículo del periódico.
»Pero ¿será real? ¿Puedo afirmarlo convencida al cien por cien?» Aomame
frunció el ceño durante un rato. «A mi alrededor no dejan de ocurrir cosas extrañas.
El mundo avanza a su capricho, a mis espaldas. Es como si estuviera jugando a que,
en cuanto yo cierro los ojos, todo se mueve. En ese caso, tal vez no sea tan extraño
que en el cielo se alineen dos lunas. A lo mejor, un día, mientras mis sentidos
dormían, esa otra luna surgió de improviso, procedente de algún lugar del espacio,
con pinta de ser prima lejana de la Luna, y decidió quedarse en el campo de
gravitación de la Tierra.»


Capítulo 23
Ponga un tigre en su automóvil

Se puso unas pequeñas gafas de sol Ray-Ban y salió del piso. Entonces entró en
el parque infantil que había frente al inmueble, caminó hasta ponerse delante del
tobogán en el que había estado sentado Tengo la noche anterior y rememoró aquella
escena en su cabeza. «Hace unas doce horas, el Tengo real estaba ahí —separados sólo
por una calle.» Había estado allí sentado, solo y en silencio, mirando las lunas
durante un rato. Las mismas dos lunas que ella miraba.



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